11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

jueves, 3 de enero de 2008

"Ultimátum a la Tierra" (1951).


-- "The Day the Earth Stood Still". Estados Unidos. Año 1951.
-- Dirección: Robert Wise.
-- Actuación: Michael Rennie, Patricia Neal, Hugh Marlowe, Sam Jaffe, Billy Gray, Frances Bavier.
-- Guión: Edmund H. North, basado en un relato corto de Harry Bates.
-- Banda Sonora: Bernard Herrmann.

-- "Ultimátum a la Tierra" en IMDb.
-- "Ultimátum a la Tierra" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

¡¡¡URGENTE, ULTIMA HORA!!! Llegan reportes desde las cuatro regiones del mundo, sobre un platillo volador que está sobrevolándolo todo. Finalmente, el platillo se posa nada menos que en Washington DC (ellos lo sabían, EEUU ganaría, porque de lo contrario, de sobra que se aparcan en la Plaza Roja de Moscú). De allí descienden dos criaturas distintas. Una de ellas es un astronauta alto como un poste de luz anoréxico, el otro es un robot antropomorfoide cuyos ojos son unas luces que se ven nada más nicantosas, y que seguro impresionan a todas las chicas del barrio. Por supuesto que la mili, que para algo son la mili, forman un cordón y se disponen a hacer lo que saben, o sea, disparar primero y preguntar después. Eso es exactamente lo que sucede, de manera que el bicho biológico, que se llama Klaatu, resulta herido. Se lo llevan de urgencia a un hospital, mientras que el robot, llamado Gort, se queda quietito. Los militares tratan de estudiar al prisionero, y, por si las dudas, lo dejan encerradito, no vaya a ser cosa que los espías soviéticos lo secuestren y acabe al otro lado de la cortina de hierro. Pobrecitos, no saben con lo que se enfrentan, porque para el extraterrestre es cosa nada más sencilla el fugarse. Con un poco de maña, consigue albergarse en una pensión en donde descubrirá el lado amable de la vida humana, abandonando su nombre alienñígena de Klaatu para pasar a llamarse Carpenter. Allí se encuentra con una chica nada más mona, y que conserva su figura de lo más bien, a pesar de tener un hijo ya crecidito, y que a pesar de estar medio comprometida con un peor es nada, no tarda en empezar a hacerse la vaporosa con nuestro héroe extraterrestre. Mientras el chico le muestra la ciudad al extranjero (y si supiera cuan extranjero es en verdad, se le caerían los primeros pelos púbicos), éste lo utiliza para tratar de alcanzar a la comunidad científica, porque a pesar de que parece amistoso, en verdad el extraterrestre tiene agenda propia. Sucede que los gobiernos de la Tierra han empezado a darse la lata con la amenaza atómica y esas cosas, y pues bien, las fuerzas alienígenas no están dispuestas a que el recién llegado del barrio tenga armas de destrucción masiva, y si los humanitos deciden llevar las destrucción atómica al espacio, más vale que se vayan olvidando de su lindo planetita. Palabra de Klaatu (y de Gort también).

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

En 1951 el mundo estaba convulsionado. Estados Unidos y la Unión Soviética estaban en plena carrera por ver quien construía el mejor chiche nuclear, y el resultado es que la cantidad de megatones per cápita en el mundo estaba creciendo alegremente. La mejor parte de todo es que en caso extremo, estaban dispuestos a utilizarlo, algo que rescatan bien filmes disímiles y al mismo tiempo extrañamente familiares, como "Trece días" o "Doctor Insólito". Por aquellos días se publicó un cuentecillo que parece ser no era nada del otro jueves, pero que algún ejecutivo de la FOX tuvo la buena idea de comprarlo por la miseria de 500 de los verdes. Y lo llevaron al cine. El señor Zanuck, mandamás de la FOX tan bueno con los números como putero (ya mencionamos como metió a su chica calientabragas en "Sinuhé el egipcio", y vamos a ver cómo hizo carrera Marilyn Monroe), vio un gran éxito potencial. Así es que contrató al director Robert Wise, por ese entonces un novato, pero que ya había dado un poco de que hablar, y que en años posteriores seguiríra haciéndolo con pelis como "Helena de Troya", "West Side Story", "La novicia rebelde", "La amenaza de Andrómeda" y "Viaje a las Estrellas: La película", por no hablar de su labor como editor en la faraónica y majestuosa "Ciudadano Kane", ahí es nada. El resultado podría haber sido otra de esas películas de Ciencia Ficción basurientas de los '50s, con platillos voladores a los que se le ve los hilos colgando y esas cosas, pero no. Resultó ser un clásico instantáneo, y eso hasta el día de hoy. Y uno puede buenamente preguntarse por qué, en realidad. No es que la película sea mala, pero es que revela unas cosas sobre la psicología de la gente, que, pues, no sé...

¿POR QUÉ VERLA?

-- La interpretación clásica de la película va como sigue. La Humanidad descubre el arma atómica, y por ende se pone en riesgo de ser exterminada. Llegan entonces Klaatu y Gort, lanzan su ultimátum, y pues bien, todo arreglado, se supone que la Humanidad aprende a vivir en paz y esas cosas, en particular después de una buena demostración de fuerza. Y según esa gente, todo esto es un alegato pacifista y antibelicista. Es más, el propio Robert Wise, buenazo él, se la creía. Yo no sé qué película vio esa gente, y no tengo idea de qué pensaba el señor Wise cuando la rodó, pero definitivamente no era la peli que yo vi. Veamos. La Humanidad desarrolla un arma de destrucción masiva, y los extraterrestes, mosqueados porque algún día la china les puede tocar a ellos, deciden abortar el programa atómico humano en embrión y le ordenan desarmarse, así, porque sí, sin respeto alguno ni por la soberanía ni por el principio de autodeterminación, y si no, su ridícula pero potencialmente peligrosa fuerza nuclear será aplastada por nuesta incomensurable y mayor cachilupi fuerza. Manerita de ser pacifista ésa. Esto no está mal, por supuesto. Como vemos, esta película hace una confesión explícita de que eso de la paz y la armonía mundial son ñoñadas, y lo que de verdad funciona si quieres tener paz, es tener un buen garrote detrás de la sonrisa amable, por si el desgraciado al que le sonríes decide tomárselo a mal. Seguro que de tener derecho a voto, Klaatu hubiera votado a George W. Bush, ¡si es que piensan tan parecido! Por supuesto que desde CINE 9009 no apoyamos al señor Bush por mentiroso y corrupto, pero sí que le encontramos la razón a Klaatu en un punto: si quieres que esos estúpidos y malvados terrícolas se desarmen, no pierdas el tiempo implorándoles que por favorcito, si fueran tan amables y se dignaran a comedirse un poco, boten sus armas atómicas y se dediquen a recoger florcitas en el parque. Mejor que eso, anda, amenázalos, aprovecha de ponerles una prueba de fuerza encima para que crean, y ya verás como consigues mejores resultados. Lo dicho, esta película es toda una escuela de realpolitik, y ese es probablemente su mejor mérito, y la razón de su supervivencia entre la ristra de platillos voladores que llegaron a la Tierra en los '50s.

-- La parábola religiosa es también muy interesante. Klaatu desciende desde el cielo a la Tierra y se encarna commo humano en Carpenter (o sea, en "carpintero"). Pero cuando tiene que salir a su misión, terminan por descubrirlo y matarlo. Pero el carpintero resucita, y después de lanzar su mensaje de paz y amor (o se desarman, o los desarmamos, pero por presas), sube a los cielos. Un Cristo cualquiera, el muchacho. Por supuesto que, como buenos yankis, el Cristo de esta película no es el Padre amantísimo y fuente prístina de bondad, sino el terrible Dios del Trueno que se venga de los pecados de los pobres mortales (en este caso el arma atómica) y lo hace saber fuerte y claro jodiéndole la vida a los tranquilos paisanos que se niegan a seguir su Palabra, y que castiga las faltas de los padres hasta la tercera y la cuarta generación, en el más puro y viejo estilo veterotestamentario. Con razón los yankis viven aterrados y necesitan dominar a todo el mundo para sentirse seguros, porque con un dios así...

-- La historia está bien desarrollada. La anécdota es simple a rabiar, pero aún así los guionistas se las arreglan para sacarle el máximo de provecho. Y es que la trama del mensajero semidivino extraterreste escondido en una mugrosa pensión en las afueras suena hasta chusca, puesta así sobre papel (o posteada en un blog como CINE 9009), pero está resuelta con ingenio, y en algunos minutos, con sentimiento auténtico. Además, explota bien la paranoia de los ciudadanos, incentivada (en vez de menguada) por los milicos, que por una vez en la vida del cine made in Hollywood, son los tontos de la peli.

-- Mención aparte para los efectos especiales. Son primarios, para todo aquello que es posible de hacer hoy en día con los computadores, pero aún así tienen presencia. Para el robot Gort no se hacen mayores complicaciones y recurren al viejo traje de hulespuma de toda la vida, pero el efecto del cierre hermético de la puerta del platillo volador se ve perfecto incluso hoy en día. Las escenas estilo pseudonoticiaero le añaden bastante verismo al asunto (Paul Verhoeven no inventó nada, como pueden ver), y la prueba de fuerza es resuelta en términos fílmicos de manera aterradora (a pesar de que en rigor no sólo nadie muere, sino que Klaatu se asegura de que nadie salga dañado en toda la Tierra, eso es diligencia).

-- También se gana una gran mención el único e incomparable Bernard Herrman, que compone una grandiosa banda sonora para esta película. ¿Qué quién es Bernard Herrman? Déjenme decirlo de esta manera. Sin Bernard Herrman, Hitchcock habría sido sólo medio Hitchcock, para la posteridad.

IDEAL PARA: Ver un clásico profundo de la Ciencia Ficción, repleta de buenas ideas (pero no las buenas ideas que los sentimentaloides pretenden ver).

No hay comentarios.:

Seguidores