11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

domingo, 9 de diciembre de 2007

"La isla" (2005).


-- "The Island". Estados Unidos. Año 2005.
-- Dirigida por Michael Bay. Protagonizada por Ewan McGregor, Scarlett Johansson, Djimon Hounsou, Sean Bean, Steve Buscemi, Michael Clarke Duncan, Ethan Phillips, Brian Stepanek, Noa Tishby, Siobhan Flynn.
-- Guión: Caspian Tredwell-Owen, Alex Kurtzman y Roberto Orci, basados en una historia del primero.
-- Banda Sonora: Steve Jablonsky.

-- "La isla" en IMDb.
-- "La isla" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Hay una pesadilla. Entonces nosotros nos relajamos, porque sabemos que ingresamos a la peli correcta: en las de futuro postapocalíptico siempre la cosa parte con una pesadilla del prota. El prota despierta, y se encuentra con un mundo chupimente computarizado, que te analiza la orina, te prohibe comidas ricas a destajo, y que te proporciona ropa perfectamente lavada y planchada (¡hey, a cambio de ropa planchada, sería capaz de alimentarme de píldoras estilo Supersónicos, si me preguntan...!). Todo en esta sociedad futurista está ordenado y jerarquizado para funcionar como un reloj. Naturalmente: se supone que estamos en una colonia subterránea, que somos los últimos supervivientes de la Humanidad, que el mundo exterior está infectado por alguna clase de amenaza (biológica, se insinúa)... pero que algunos afortunados concursan en la lotería, para ganarse su ticket a "la Isla", el último reducto de la Tierra en el cual no existe contaminación. Todo hubiera funcionado a la perfección, pero el problema es que siempre hay alguien que, como nuestro prota, tiene el desagradable hábito de pensar más de la cuenta, y esto significa que cambia la aceptación borreguil por una serie de preguntas: ¿por qué siguen trayendo gente desde afuera, a cuántos supervivientes pueden encontrar si la plaga era realmente tan grande...?, ¿por qué tiene que ser toda la ropa de color blanco...?, cosas así. Parte de todas estas dudas radican en que ha hecho amistad con un tipo que trabaja en mantenimiento, y a través del cual ve algunas cosas raras. Todo quedaría hasta ahí, de no ser porque a este chico le gusta una chica (era que no, si esa chica viene en el envase de Scarlett Johansson), y cuando ella sale ganadora de la lotería, el chico decide dar un paso más allá y averiguar qué ocurre en verdad. Y lo que descubre no le gusta nada. Porque averigua que los ganadores de la lotería no van a dar a ninguna isla especial, y que todo el asunto de la colonia es un monumental fraude, creado con un siniestro propósito: los colonos son en realidad bancos de órganos ambulantes, cuyas partes son las piezas de repuesto que otras gentes allá arriba necesitan para seguir viviendo... Aunque eso signifique cambiar vida por vida ("quieren comerse la hamburguesa, no ver la vaca...", dice con su maravillosa perfomance el siempre on-the-top Steve Buscemi). Ahora, nuestro prota se embarca en una cruzada personal para salvar a su amada de las garras de su destino inevitable, fugarse desde la colonia, y esquivar aquello para lo cual han nacido (o se los ha hecho nacer)... antes de que los multimillonarios creadores de la colonia, y su equipo de mercenarios ex-marines, den con su paradero y los exterminen a conciencia.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

En 1932 se publicó una inquietante novela, que a estas alturas del partido es una de las obras referenciales de la literatura del siglo XX, muy por encima de soporíferos matarratos intelectualoides como "Ulises" o William Faulkner. Me refiero, por supuesto, a "Un mundo feliz", de Aldous Huxley, novela aburrida por donde las haya en cuanto libro, pero que planteó por primera vez, y de manera escalofriante, el tema del uso que se le podía dar a la clonación como medio de creación de una sociedad utópica ultraperfecta, pero también mortalmente aburrida y totalitaria. La novela nunca fue adaptada para el cine como tal, en parte porque su argumento es un latazo monumental, aunque han salido una enorme cantidad de adaptaciones bastardas que explotan la ecuación "distopía futurista + ingeniería genética" (ahí tienen "Gattaca", por ejemplo, aunque quizás la primera mención a los clones en el cine puede haber sido la por otra parte olvidable "Los niños del Brasil"). En los '90s, el tema de la clonación resurgió con fuerza por el tema de la oveja Dolly, y después por el anuncio de una empresa que clonaba mascotas (y que por cierto, quebró al poco tiempo). El siempre avispado Steven Spielberg decidió que había llegado la hora de "dar su visión personal" sobre el tema, eufemismo siempre eficaz para recubrir la frase "veamos qué está de moda para hacer una peli y forrarnos con ella". Y digámoslo desde ya, en manos de Steven Spielberg, "La isla" hubiera sido a lo menos un pequeño clásico del cine CF. Desgraciadamente, desde su alto sillón en DreamWorks, quizás por estar ocupado en la dirección de "La guerra de los mundos" (peli tampoco muy afortunada desde el punto de vista crítico), le entregó la dirección a Michael Bay. Sí, amigos, el perpetrador de "Armagedón", "Pearl Harbor" y "Transformers" es el autor intelectual y material de ese crimen conocido como "La isla". Tiemblen si no la han visto.

¿POR QUÉ VERLA?

-- La primera mitad de la peli está por todo lo alto, y es quizás la versión definitiva de lo que es una sociedad distópica manejada a través de la clonación y la hipnopedia. El problema es que a mitad de peli, nuestros protas escapan. En un producto fílmico por otra parte tampoco terriblemente lucido, como lo es "Fuga en el siglo XXIII", cuyo argumento es muy similar (sólo que matando a los mayores de 30, en vez de tenerlos como banco de órganos), alargaron al máximo la primera parte, y la segunda la abreviaron, conscientes de que es la parte distópica la que tiene posibilidades. Aquí no: cuando los protas escapan, Michael Bay se desencadena, y cae en sus feos vicios narrativos de costumbre, o sea, acumular acción sin sentido, por el puro gusto de mostrar explosiones chulas, y gastarse una punta de millones en efectos especiales que no mejoran en lo absoluto la peli. Y es que oigan, es un crimen cuidar tanto la peli desde el punto de vista del acabado formal, y no prestarle mayor atención al argumento. Porque la historia tiene más agujeros que un queso suizo. De partida, para una peli tan preocupada por el aspecto científico y sociológico del asunto, incurre en algunas concesiones vergonzosas a la vieja escuela del Vitalismo, tan desacreditada desde los tiempos de los desvaríos misticientíficos de Teilhard de Chardin o Henri Bergson, como por ejemplo hacer que algunos clones tengan recuerdos de sus "progenitores" (¡oigan, la capacidad de generar una red neuronal se hereda, pero los recuerdos son todos adquiridos y no se transmiten por el ADN, genios!). Otro ejemplo, ahora de lógica interna de la peli: se supone que a la colonia ingresan "supervivientes", que en realidad son nuevos clones fabricados según van llegando clientes nuevos, lo que plantea el problema de que ¿cómo hacen para guardar más de un clon de cada cliente, en caso de que algo le pase al clon original, sin pretextar que han debido devolverlo desde la isla? Y ya no digamos la burrada garrafal, que no tiene nombre, que ya no es de lógica interna, sino de desidia al revisar el guión, de decir que los códigos de cada clon responden a la edad ("Alfa" tienen siete años, "Delta" tienen cuatro años, "Eco" tienen tres), y luego asignarle a cada personaje clon una edad distinta a pesar de compartir el mismo código. Tan garrafales son estos errores, que hasta yo, tan habituado a la suspensión de la incredulidad, pude darme cuenta por mí mismo y sin dificultad.

-- Las actuaciones y el elenco son un desperdicio. Nadie duda de la solvencia del quinteto protagónico (McGregor, Johansson, Bean, Buscemi y Clarke Duncan), pero considerando lo anémico de sus roles, lo mismo hubieran sacado tomando a actores de tercera fila, y se hubieran ahorrado un turrón en presupuesto. Porque Ewan McGregor no pasa de ser el héroe al uso, Scarlett Johansson no se sale del estereotipo de la compañera del héroe (aunque ¡¡¡BABA, BABA!!!, el traje ceñido realza magníficamente su turgencia), Sean Bean es el enésimo científico loco obsesionado con el dinero, el poder y ser Dios, y Michael Clarke Duncan aparece tan poquito y para una participación tan lastimosa, que... Mi Dios... ¿El fue Kingpin en lo de "Daredevil"...? Steve Buscemi trata de sacudirse el estereotipo introduciendo su característica actuación de tipo un poco fuera de órbita (con buen tacto, Michael Bay se lo trajo, después de haberle concedido un papel más o menos relevante en esa película de desastres que fue "Armagedón"... y "desastre" no sólo por el meteorito del tamaño de Texas); y le sale bien. Por cierto, como dato de trivia, la chica de Steve Buscemi es, en un rol prácticamente de cameo, nuestra entrañable Shawnee Smith, que tanta guerra ha dado como Amanda en la franquicia de "El juego del miedo" y secuelas. Y mencionemos también al bueno de Djimon Hounsou, el eterno negrito malo-pero-bueno o fuerte-pero-tierno según la ocasión (o ambos, si se tercia), que hace otro rol calcado del estereotipo, en este caso del duro de corazón que descubre su lado sensible y se pasa al bando de los buenos (aunque curiosamente, rompiendo el estereotipo, al final sobrevive, y lo hace de una sola pieza).

-- La parte de los efectos especiales está cuidada y solvente. Lo mismo vale para la estética. Al menos eso debemos acreditar al buenazo de Michael Bay (en este caso, "buenazo" fue un sarcasmo).

IDEAL PARA: Ver con harta paciencia, una peli que pudo haber sido buena, pudo haber sido grande, pudo haber sido icónica... pero que por ser una de Michael Bay, no lo fue.

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