11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

jueves, 1 de mayo de 2008

"Shortbus" (2006).


-- "Shortbus" (título original), "Tu última parada" (título en México). Estados Unidos. Año 2006.
-- Dirección: John Cameron Mitchell.
-- Actuación: Sook-Yin Lee, Paul Dawson, Lindsay Beamish, PJ DeBoy, Raphael Barker, Peter Stickles, Jay Brannan, Alan Mandell, Adam Hardman, Ray Rivas, Bitch, Shanti Carson, Justin Hagan, Jan Hilmer, Stephen Ken Jusick.
-- Guión: John Cameron Mitchell.
-- Banda Sonora: Yo La Tengo.

-- "Shortbus" en IMDb.
-- "Shortbus" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Es la sociedad en que vivimos. Todos tienen sexo y pasan el gran rato con él, y todos tienen cadáveres sexuales en el armario. Por ejemplo, una coreana cachas que hace con su marido unas perfomances de órdago, pero que como nos enteramos después, en realidad no ha tenido nunca un orgasmo. O el homie que prefiere macacársela y tragarse su propio semen, que tener sexo con su compañero el blablantín. La pareja de homies está a punto de venirse abajo porque uno es avasallador y quiere que todo sea de este modo o de otro, y el otro es una sabandija hábil para escabullirse por el costado, con una mirada de artista incomprendido que es de encargo. De la conversa subsiguiente, al final son los homies quienes terminan invitando a la terapeuta vivo-bien-sin-orgasmo-gracias-pero-qué-será-eso-igual, a un antro infecto llamado el Shortbus, en donde se dan cita toda las degeneraciones del NY post 9-11, cual nueva San Francisco pero sin el toque Village People. Al principio, la terapeuta no engancha bien con el ambiente, además que se transforma en el comidillo de hombres, mujeres y gente en medio de ambos, pero luego decide llevar hasta allá a su maridito, en particular cuando empieza a sentir una cierta pulsión por aquello del sexo en grupo... Además, empieza a relacionarse con una chica que se gana los centavos azotando en clave BDSM, pero que en el fondo es tierna y frágil... ya saben el resto. Por su parte, la pareja de homies incursiona en el quebradizo terreno del threesome, con un chiquillo, mientras que es espiada en clave voyeur por un vecino. Todos estos personajes empiezan a interrelacionarse entre sí, con curiosas y a veces devastadoras (y otras veces soporíferas) consecuencias.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

A estas alturas del partido, Nueva York es casi una institucionalidad fílmica. La edad de oro del cine "here in NY" empezó en los '70s, con los realizadores alternativos cansados del LA noir-style, y encontró grandes voceros en gente como Martin Scorsese o Woody Allen. Pero algo pasó después del 9-11, quizás el doloroso trauma de sentir que ¡oh, sorpresa! hay gente allá afuera que nos odia por ser neoyorkinos (noooooo... ¿en serioooooo...?), que las pelis NY-style se han quedado estancadas en la descripción de lo que es la vida en esa urbe (pienso, por ejemplo, en "Confesiones a mi suegra", que podría haber sido perfectamente rodada unos diez años antes, en un "Pandillas de Nueva York" preñada de arcaísmo nostálgico sobre "los buenos y bárbaros tiempos", o en un Woody Allen cada vez más ingratamente fugitivo de la ciudad que lo vio crecer y comerse en sagrado matrimonio a su propia hija adoptiva). Lo quiera o no, "Shortbus" se inscribe en la línea del "Cine NY", por la sencilla razón de estar ambientada en ese lugar, demasiado canónico y pesado para desviarse de él con impunidad (es como el "Cine París", que debe tener Torre Eiffel sí o sí). El problema es que la peli quería ser una exploración sobre la vida del sexo en el mundo postmoderno, llevado al límite, en un mundo plagado por el miedo (el miedo al otro, el miedo a la persecusión, el miedo a los propios sentimientos), además de una crónica del Nueva York post-11... En resumen, esta peli quería ser demasiadas cosas.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Digámoslo desde ya. "Shortbus" promete mucho, pero cumple tan solo a medias. Trata de ser una película rupturista, la peli de sexo para acabar con todas las pelis de sexo... y así no funciona. Porque el sexo aquí es simplemente chocante, alienado, desafectado. Puede que para algunos el sexo sea así. Pero no TODO el sexo es así. Hay aquí una típica pretensión cultureta, de tratar de ser omnicomprensivo para agotar un tema en particular, en particular uno que resulte sensible a las audiencias, pero plantearlo de una manera tan sesgada, autorreferente e intelectualoide, que en definitiva es un intento de llevar lo particular a lo general (o sea: mi visión de mundo no es sólo una visión de mundo, sino LA visión de mundo que debes adoptar, tú, pobre pagano). Ahora, si te gusta el sexo chocante, alienado, desafectado, y sobre todo crudo, aquí estarás bien...

-- Por lo menos hay buenas chicas, en glorioso technicolor. Algo es algo. También hay chicos, pero la mayor parte de ellos son gay, así es que no hay tanto aquí para el macho heterosexual, que digamos.

-- A pesar de que esta peli tiende a ser tediosa y lisérgica (consecuencia lógica de un guión que entrega demasiado espacio a la improvisación, del pretencioso dibujo de personajes que en varios casos se queda en boceto y cliché, y de la manera de emparejar y desemparejar personajes que no tiene nada que envidiarle a "Melrose Place"), hay un momento que, no diré redime a la peli entera, pero sí le suma méritos. En el tugurio Shortbus aparece infiltrado un viejito que, ¡sorpresa!, es nada menos que un ex alcalde de Nueva York, que en la década de los '80s, al tiempo que era gay dentro del closet, tenía que lidiar con el fantasma desconocido del SIDA y con los grupos que le acusaban de no hacer lo suficiente; el discurso del ex alcalde es desolador, es uno de los mejores reflejos de lo que significa vivir con miedo, y de tratar de sobreponerse no sólo a circunstancias adversas, sino a seres humanos adversos. Parece mentira que una escena tan bella y poética como ésta (además, hermosamente interpretada por Alan Mandell, actor no demasiado conocido y con no demasiado currículum para sus veteranos años, del que ojalá alcancemos a ver algo más antes de que el vejete se muera), se encuentre inserta en una peli en definitiva tan mediocre como ésta.

IDEAL PARA: Culturetas enamorados del cine rupturista.

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