11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

jueves, 18 de septiembre de 2008

"Caliche sangriento" (1969).


-- "Caliche sangriento". Chile. Año 1969.
-- Dirección: Helvio Soto.
-- Actuación: Héctor Duvauchelle, Patricia Guzmán, Jorge Guerra, Jaime Vadell, Jorge Lillo, Arnaldo Berríos, Jorge Yañez, Teresa Vernal, Mario Vernal.
-- Guión: Helvio Soto.
-- Banda Sonora: Tito Ledermann.

-- "Caliche sangriento" en IMDb.
-- "Caliche sangriento" en su blog oficial y sobre su proceso de restauración en 2006.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Desierto de Moquegua, 1880. Una patrulla de diecisiete chilenitos marcha a plena luz del Sol, sin suministros y casi sin agua, con rumbo incierto. Su objetivo es alcanzar algún destacamento, cualquier destacamento, de fuerzas chilenas. O el del capitán, mejor dicho, porque el de los soldados es simplemente sobrevivir. A propósito, ¿ya mencioné que Moquegua no está en Chile sino en Perú, y por tanto estos chilenitos son una fuerza de ocupación en toda regla? La tropa, que queremos ir a la costa, que queremos ir a la costa, que acá nos vamos a desecar y vamos a terminar acompañando a las momias incaicas en su periplo a la Eternidad, pero el capitán, dale que no, que tenemos nuestras órdenes, que debemos cumplir a costa de nuestras vidas si es preciso, que el sacrificio es necesario para ganar una guerra, etcétera. En medio de su marcha por el desierto, los incidentes empiezan a sucederse. La tropa empieza a indisciplinarse. Uno de ellos empieza a disvariar en la noche y otro de ellos decide rematarlo con el temido y temible corvo chileno. Posible juicio sumario con fusilamiento, por ser un militar tanto muerte a otro militar. Aunque el asesino haya tenido un móvil "humanitario" y en realidad no sea milico sino un civil enganchado, un bruto minero para ser más precisos. De tanto andar, finalmente consiguen arribar a un poblado peruano. De lo que vendrá la segunda parte: mantener el poblado peruano en manos chilenas. ¿Y todo esto para qué? Bueno, para ganar la guerra... ¿para el pueblo de Chile? Los patipelaos creen que sí, pero los enterados, los verdaderos enterados, saben que Chile y Perú no son más que peones en el juego económico de los barones de la Banca Británica... Así es que al final de todo no habrá que gritar "¡Viva Chile!" sino "God save the Queen!"...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Hemos hablado en Cine 9009 sobre los hippientos '60s de Estados Unidos con toda la contracultura de la rebelión. Pero había algo de flema británica en los hippies yankis, que muy contra el establishment podían estar, pero amaban a su país y los valores de la democracia americana (de hecho, criticaban al Gobierno de Nixon por ser antiamericano). Pero en Chile las cosas fueron distintas. Con una oligarquía corrupta mucho más fuerte y corrupta que la de Estados Unidos, ansiosa de que todo Chile fuera manejado como un regimiento militar, pegado a las faldas del Ejército "vencedor jamás vencido" y de la Iglesia Católica, no era raro que los campeones de la libertad y la democracia terminaran siendo empujados al contrasentido de inclinarse hacia la dictadura totalitaria soviética (la consecuencia no suele ser una característica de ustedes los humanitos en general). Eran los años otoñales del Gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970) y de su "revolución en libertad", que quería meter cambios en ese gran latifundio que era Chile (de ahí lo de revolución), pero sin ceder ante la tentación marxista de la dictadura totalitaria auspiciada por el Vodka Stalin (de ahí lo de "en libertad"). En el cine, esto se manifestó en una honda reacción antihollywoodense, inspirada por la Nouvelle Vague y el Free Cinema (y más lejanamente por el Neorrealismo italiano), hermanada con el Cinema Novo de Brasil, y liderada por los parámetros del cine "de auteur" impulsada por la "Cahiers de Cinéma". El adalid de este movimiento fue sin lugar a dudas Aldo Francia, que con apenas dos pelis ("Valparaíso mi amor" y "Ya no basta con rezar") creó el vivo retrato de lo que fue ese período histórico. Dentro de ese contexto, "Caliche sangriento" tenía todas las credenciales para formar un tríptico con las otras dos. Pero eso no ocurrió, o bien ocurrió de manera muy subliminal. Sucede que la peli era profundamente contestataria para su tiempo, ya que retrataba la Guerra del Pacífico no desde la perspectiva tradicional del militarismo chileno (es decir, un glorioso paseo de héroes triunfales que les dieron una lección a esos sucios y andrajosos peruanos y bolivianos que tuvieron el atrevimiento de medirse con el Ejército Vencedor Jamás Vencido), sino como lo que más que probablemente fue, un osario al que huesos de innumerables chilenos, peruanos y bolivianos de la plebe, que no de las clases pudientes, fueron a ser enterrados para gloria y beneficio de unos pocos politicastros aliados o comprados por el dinero británico. Causó tanto escozor, que la democracia chilena (recordemos la propaganda conservadora, de "una isla de estabilidad en el contexto latinoamericano", con sus "150 años de tradición republicana", lamentablemente interrumpidos en 1973) decidió lisa y llanamente censurarla, recortando escenas completas que podían causarle soponcio a las esposas de los Generales de la República. Bueno, esta peli era crítica con los militares, ¿y? Los propios militares le dieron la razón a la peli cuando cuatro años después de su estreno derribaron al gobierno constitucional chileno e hicieron todo que después quedó detallado en el Informe Rettig, en el Informe Valech, etcétera. La peli pasó a un discreto segundo plano, e incluso a un relativo olvido, por supuesto, orquestado por aquellos a quienes "Caliche sangriento" daba hondo sarpullido, incluyendo a los dueños de los consorcios vinculados a los medios de comunicación. Pero en 2006, tras una paciente labor de restauración, la peli quedó de nuevo lista para ser exhibida. Y a diferencia de pelis como "Palomita blanca", que ganó estatus de culto en la dictadura por ser simplemente "una peli prohibida", "Caliche sangriento" sí que merecía volver a ser exhibida.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Esta peli es una profunda desmitificación de la tradición militarista chilena, de la cual la Guerra del Pacífico es uno de sus hitos fundacionales. Esta peli defiende a brazo partido la tesis de que la guerra no fue librada por motivos de justicia, sino por un mero móvil económico, para proteger el interés de unos cuantos potentados cuyos apellidos ni siquiera eran chilenos sino extranjeros. Estamos así en las antípodas de la visión triunfalista y hollywoodense de "La patrulla del desierto", la mítica miniserie que Canal 13 exhibió por allá por 1992 (año más, año menos), en la que un grupo de héroes chilenos se encargaba de hacer el John Rambo con peruanos y bolivianos durante la Guerra del Pacífico. Lo dice bien el personaje de Jaime Vadell en la peli, cuando apunta (no cito completamente textual): "Los británicos ponen el capital, y nosotros aportamos los muertos". La peli elige deliberadamente no el ángulo de los chilenos versus los bolivianos, sino de una banda de chilenos extraviada en país extranjero, sin ninguna legitimación moral para andar por ahí (de hecho, son invasores, y así es como son tratados por los montoneros y regulares peruanos), y a través de sus historias mínimas vemos cuán poco interesaba a esos pobres diablos el destino trascendente de una Patria que en ningún minuto estuvo bajo amenaza militar directa de Bolivia o de Perú. Quizás uno de los puntos débiles de la peli es poner esta tesis en boca de un personaje muy improbable (Jaime Vadell actuando como solía hacerlo cuando era buen actor, en el rol de un abogado santiaguino enlistado en el Ejército y pensando toda la guerra con su mentalidad reflexiva de civil ilustrado y no de milico bruto), pero de todas maneras el mensaje es claro, y lo que más interesante, es razonable.

-- En un contexto más lejano, la peli es también un furibundo alegato antimilitarista. Se inscribe así en la vena de pelis como "Salvando al soldado Ryan", pero su realización debe haber costado como cien veces menos, y el mensaje es todavía más potente porque no hay glamour ni boato hollywoodense acá. No importa qué tan noble o qué tan justa sea la causa, la guerra siempre causa el mal irreparable de que la gente muere, y muere por una causa que muchas veces no es la suya. Es bien sabido que los políticos que declaran las guerras casi nunca envían a sus propios hijos a lucharlas, sino que los dejan bien protegiditos en la línea de retaguardia, y que los hijos de los patipelaos mueran en el frente de batalla (como crudamente lo expuso Michael Moore por la vía del experimento científico en una de las mejores escenas de "Fahrenheit 9-11"). La mayor parte de la peli es ver a una patrulla de pobres diablos correteando por el desierto sin rumbo fijo, e incluso sin una misión precisa, completamente extraviados en una tierra hostil, y que para colmo ni siquiera son héroes o jovencitos, sino apenas un grupo de brutos que trata de hacer algo tan humano como sobrevivir y alcanzar otro día. Muere gente en la peli, y muere sin ningún sentido del sacrificio o del heroísmo, muere simplemente porque en la guerra vuelan las balas o muerden los corvos y si te interpusiste en el camino, mala suerte para tí y que alguien cuide de tu bonito cadáver. Ningún personaje es demasiado importante, porque en definitiva no son más que peones. La peli es sobre la Guerra del Pacífico, por supuesto, pero las conclusiones que extrae son aplicables en realidad a cualquier guerra en la que el dirigente máximo de la misma no sea un jefe de horda dispuesto él mismo a marchar en primera fila a matar o morir.

-- En un nivel formal, la peli es simplemente formidable. Durante muchos años (hasta los '90s, más o menos) fue tradición defender las pelis chilenas, por muy mal hechas que estuvieran, porque "son chilenas, tienen menos medios que Hollywood, debemos ser indulgentes con ellas". Pero esta peli no necesita defensa de ningún tipo, porque dentro de lo misérrimo de su presupuesto, lo bien construido de su guión y lo preciso de su estructura la convierten en una joya de peli. Las escenas del pelotón vagando por el desierto reflejan toda la tragedia de un grupo de desgraciados condenados prácticamente a morir en el desarraigo (la idea de "morir en tierra extranjera" flota a lo largo de toda la peli). El shootdown en una aldea desierta, muy deudora del Spaghetti Western a lo "El bueno, el malo y el feo", es una secuencia de preciso nervio narrativo, conseguido con una gran economía de recursos. La masacre en el pueblito peruano está despachada sin lirismos de ninguna clase, y con ello adquiere nuevos ribetes de brutalidad, sin cargar la mano en el gore como suele ser el uso hollywoodense. Casi cuarenta años después esta peli (en versión restaurada, por supuesto) puede verse sin necesidad de "ponerse en época" ni mucho menos, porque salvo algún que otro manierismo "de auteur" (ese final con RePlay, cual gol de partido de fútbol...) sigue siendo terriblemente actual también en su aspecto formal.

-- Las actuaciones son brillantes. Los dos que se llevan el palmarés son por supuesto Héctor Duvauchelle y Jaime Vadell. El primero compone al capitán como un militar seco y preciso, de pensamiento brutalmente unidireccional (soy militar, me dan órdenes que debo cumplir, la gente que está bajo mío debe cumplir las órdenes que yo imparta, los civiles no valen nada, nosotros salvamos a la Patria, fin de la discusión), pero que también es capaz de tener gestos de gran nobleza, tal y como se muestra en la escena en que por fin obtienen un poco de agua, y en vez de reservarse el privilegio de beber primero, se queda al último aún a riesgo de que el agua no le alcance. A través de los ojos del capitán podemos ver así toda la irracionalidad del leyendario patrio, que como cualquier otra elaboración mítica, le debe más a los anhelos y fantasías reprimidos que al pasado histórico chileno. El segundo compone a un abogado santiaguino que es por supuesto el vehículo de las tesis de la peli, y aunque como decíamos su personaje es altamente improbable (¿a santo de qué ponerse a pelear con su capitán por los motivos hondos de la Guerra del Pacífico, si lo que importa en el minuto es salvar el pellejo?), Jaime Vadell lo interpreta con una enorme convicción y consigue transmitirnos toda su empatía. Los restantes personajes están casi de comparsas, pero cada uno se ajusta muy bien a sus roles mínimos, sin desplantes de ningún tipo.

IDEAL PARA: Ver una feroz desmitificación de la mitología patria chilena, un furibundo ataque contra el militarismo de cualquier clase, y una buena peli sobre la condición humana en general.

OTRAS PÁGINAS SOBRE "CALICHE SANGRIENTO":

-- (Ir a la página) Comentario en Vida En 35 Milímetros.
-- (Ir a la página) Sobre la peli en The Sophie News Show, citando a El Mostrador.
-- (Ir a la página) Comentario en Pisagua Comic.
-- (Ir a la página) Nota en Cine Perú.

VIDEOS.

-- Inicio de la peli, video en la versión NO restaurada [en español, con carteles de créditos estampados en alemán...].



-- Secuencia en la aldea peruana tomada por tropas chilenas [en español].

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