11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

jueves, 26 de agosto de 2010

"Milagro en la Calle 8" (1987).


-- "*batteries not included" (título original en inglés), "Nuestros maravillosos aliados" (título en España). Estados Unidos. Año 1987.
-- Dirección: Matthew Robbins.
-- Actuación: Hume Cronyn, Jessica Tandy, Frank McRae, Elizabeth Peña, Michael Carmine, Dennis Boutsikaris, Tom Aldredge, Jane Hoffman, John DiSanti, John Pankow, MacIntyre Dixon, Michael Greene, Doris Belack, Wendy Schaal, José Angel Santana.
-- Guión: Brad Bird, Matthew Robbins, Brent Maddock y S.S. Wilson, basados en una historia de Mick Garris.
-- Banda Sonora: James Horner.

-- "Milagro en la Calle 8" en IMDb.
-- "Milagro en la Calle 8" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Mientras escuchamos la música de jazz y vemos algunas fotitos antiguas en blanco y sepia (y empezamos a inquietarnos, porque en el afiche de la peli habíamos visto unos platillos voladores y pensábamos que era de CF, y entonces qué carajos nos enchufamos a ver...), descubrimos que un barrio antaño jovial y bien avecindado, ha ido progresivamente decayendo. Las gigantescas máquinas retroexcavadoras (¡máquinas, al fin!) están tumbándolo todo, y sólo un edificio que ya se cae con dos toses y un estornudo, más sus porfiados habitantes, se niegan a desalojar. Pero ya sabemos que los tiburones de la construcción son gente amable y compasiva, que cómo los van a echar a la calle así como así, de manera que les pagan una platita para comprarles sus departamentos y poder tumbar el edificio. Y para que no se les haga tan pesado tomar una decisión tan importante como donde ir a echar los huesos en los últimos años de vida, les envían un matón latinochentero con bate de béisbol para colaborar en las negociaciones (esto no se llama "matonaje" sino "negociación agresiva" en la jerga, ¿OK?). Cuando la policía es consultada, se encogen de hombros porque, bueno, es el sistema, qué se le va a hacer, y si no les gusta el capitalismo, váyanse de América (partiendo por desalojar el edificio). Los que van quedando son un par de viejos que claque con claque la osamenta, una chica embarazada que parece vive del aire porque nunca se la ve trabajar, un pintor joven y guapo y además con sensibilidad artiticah, y un negro grande pero tímido y callado y bonachón para que las audiencias yanketas no se asusten porque el negro es grande (y nosotros no queremos asustar a las audiencias que aportan la mitad de la recaudación a nivel mundial, ¿verdad?). El caso es que, en esta tesitura, nuestros cinco protas reciben inesperados visitantes: una pareja de platillos voladores del tamaño más o menos de mi escudilla de Whiskas y un poco más, que no portan bichitos chicos adentro, sino que ellos mismos son los extraterrestres. Y como ya han pasado como 25 minutos de peli (¡un cuarto de ella!), vamos a apurar la causa: los extraterrestres se alojan, encuentran tan chupi el ambiente que hacen familia (seriously), y ayudan al quinteto de perdidos a defenderse de los malvados chacales que quieren echar abajo el edificio blahblahblah. Porque cuando el capitalismo voraz te aplasta y te quiere exprimir hasta el último centavo, siempre puedes contar con la ayuda que viene desde las esferas celestes, que si no es Jehová lanzando rayos, bueno... serán extraterrestres, ¿no?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Parte importante del ecosistema hollywoodense son los creadores de fantasías infantiles. Desde Walt Disney y Ray Harryhausen hasta Tim Burton, siempre ha habido gente que hace pelis dirigidas, quizás no tanto a los niños (aunque también, porque catetean a los papis para que suelten la pasta), como a aquellos que tienen espíritu de niños, etcétera. En los agresivos y ultracorporativos '80s, ese rol fue llenado particularmente por Steven Spielberg, el Ñoño de Oro que nos enseñó que la Arqueología era cool ("Los cazadores del Arca perdida") y los extraterrestres feos también pueden amar ("E.T."). La estrategia de Spielberg para transformarse en una sombra omnipresente en los '80s fue saltar del sillín de director (en donde rodó siete pelis en los '80s, tres de ellas "adultas", y tres de ellas entregas de Indiana Jones) al cómodo cuero del sofá del productor. Aunque técnicamente no son pelis suyas porque no las dirigió, es absolutamente innegable que pelis tan representativas del cine familiar de los '80s como "Gremlins", "Poltergeist", "Volver al futuro", "Los goonies", "El joven Sherlock Holmes", "Faivel: Un cuento americano", "Viaje insólito" o "Quién engañó a Roger Rabbit", en todas las cuales hizo labores de producción, tienen su sello indeleble, casi tanto como si él mismo hubiera estado gritando las órdenes de mando a través del megáfono del set. Quizás en ninguna parte esto fue tan evidente como en "Milagro en la Calle 8", que iba a ser un episodio de esa ñoñoserie que fueron "Cuentos asombrosos", muy apreciada por los nostálgicos de los '80s, y cuya premisa impresionó a papi Spílber lo suficiente como para que se decidiera a darle un rodaje completo. Con un paniaguado sentado en el sillín del director, claro. Tan paniguado, que de él no volvió a saberse en labores de dirección (el tal Matthew Robbins tiene algún que otro crédito como director, pero su fuerte antes y después fue su labor de guionista). La peli tuvo un paso discreto por la taquilla, y no ha quedado como un gran clásico ochentero a reivindicar, incluso en la fiebre ochetera que barrió a foros y blogs en los 2000s.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Partamos diciendo que esta peli estaba de antemano condenada al fracaso. ¿Una peli en que los protas son un puñado de descastados por la MODERNIDAD, en que son ayudados por una panda de extraterrestres? ¿A quién diablos le iba a gustar esto? A los niños que alucinaran con los extraterrestres no, porque el conflicto social de fondo se les escapa. Y a los adultos tampoco, porque... ¿extraterrestres? ¡Que ñoño! Además, debemos añadir que esta peli (decimos esto como una virtud o un defecto, a según el punto de vista) es enormemente consistente con el imaginario spielberguiano de los '80s, preocupado de crear historias fantásticas o cienciaficcionísticas como trasfondo para una cosmovisión que mezcla a partes iguales humanitarismo (¡el ser humano por encima de todo!), conservadurismo (¡los viejos valores colectivistas de mi infancia por encima de la depravación del mercado!), emocionalismo (¡razón fuera, emoción sí!) y... bueno, ñoñismo, nostalgia por esa época que fue y ya no volverá a ser, etcétera. Si te gusta esa clase de imaginario, estarás muy a gusto con esta peli. Si por el contrario, encuentras que demasiada mermelada es mala para la salud, entonces esta peli no debería ser una de tus primeras opciones. Dicho lo cual, pasemos a ponderar algunas otras virtudes de la peli (que, aunque no se crea en medio de tanta ñoñez, las tiene).

-- La premisa de la peli es enormemente simple. En realidad, es el viejo cuento del zapatero remendón y los duendes. Ya se lo saben: el zapatero está afligido y nada lo va a salvar, y de repente, de la nada, porque sí, aparecen los duendes que hacen su trabajo por la noche, y el zapatero descubre la prosperidad económica, etcétera. En este caso no son duendes sino extraterrestres y el contexto no es la sociedad semifeudal europea sino el Nueva York del ahora (bueno, el "ahora" '80s). La peli tiene el buen gusto de asumirse como lo que es, como un cuento de hadas, y en ningún minuto trata de forzarse a sí misma. En su situación desesperada, el grupo de protas recibe a los extraterrestres, y a través de la convivencia con estos platillos voladores del espacio, van redescubriendo los valores de la camaradería, la amistad, la solidaridad, etcétera, hasta encontrar el valor necesario para plantarse frente a los matones que quieren desalojarlos y librar su propia lucha (ellos mismos, claro, sin recurrir al sistema, que es inoperante o corrupto, porque esta peli es yanki, a fin de cuentas, y no hay nada más yanki que la fe ciega en el individuo). Por supuesto que como en todo buen cuento de hadas, los buenos son muy buenos, los malos muy malos, y los bandos están claramente definidos hasta el final. Y hablando del final (((SPOILER DEL FINAL AQUÍ, SI NO QUIERES SABER CÓMO TERMINA, ENTONCES SÁLTATE... BUENO, SÁLTATE HASTA EL SIGUIENTE PÁRRAFO PARA MAYOR SEGURIDAD))), cuando después de haber librado su lucha acaban perdiendo y son derrotados por completo (que les queman el edificio, los cabrones jopú), en una salida muy yanki (esto de creerse el Pueblo Elegido bajo la atenta mirada de Yahveh Señor de los Ejércitos), bueno, acabadas las soluciones humanas llega la solución divina en camino, o extraterrestre en este caso, que les va a arreglar la papeleta de una manera mágica (bueno, altamente tecnológica, pero ya saben lo que decía Clarke, que para el palurdo la alta tecnología es indistinguible de la magia), y fin. Iba a ser una historia para "Cuentos asombrosos", ¿recuerdan? Es lo que es. Un cuento de hadas con toques judeocristianos (Spielberg, ¿recuerdan?). (((FIN DEL SPOILER DEL FINAL DE LA PELI))). En el camino, la peli mantiene un adecuado equilibrio entre los personajes, no se desbanda nunca, y etcétera. Claro, esto hace una peli a lo menos interesante para arriba, pero no era la manera más segura de que la gente interesada en la ciencia ficción fuera al cine (y de hecho, no funcionó). Dato para la trivia, uno de los guionistas de la peli es el por entonces joven Brad Bird, que en la década siguiente sería uno de los creativos tras "Los Simpsons" durante sus más o menos ocho primeras temporadas, y que después ya en la silla de director nos regalaría esas joyas de la narración cinematográfica que son "Los Increíbles" y "Ratatouille", ahora para Pixar.

-- Quizás el aspecto más interesante de la peli sea la descripción de los extraterrestres. Si hubieran sido unos monigotes tipo Mi Amigo Mac, hubieran sido simplemente repelentes. En vez de eso, optaron porque los platillos voladores no transportan a los extraterrestres, sino que SON los extraterrestres. La idea es inspirada, creando un vívido contraste entre la tecnología humanizada de los extraterrestres, y la tecnología deshumanizada de los villanos, recluidos en sus edificios corporativos y sus limusinas y etcétera). El tratamiento a veces se va un poco de roscas hacia el antropomorfismo, lo que podemos entender como una concesión a la platea para que empatice con los bichos mecánicos (si son demasiado alienígenas, no hay manera de empatizar con ellos, y así no se cortan boletos para la taquilla). Más allá de la mutua observación, de los humanos a los platillos y, suponemos, de los platillos a los humanos, no hay otro tipo de comunicación, lo que suena acertado (¿cómo se iban a comunicar después de todo? ¿con altas matemáticas?), además de que elimina un posible foco lateral de la peli que la hubiera distraído. Los extraterrestres aportan también su punto de humor, cuando tratan de moverse por un entorno humano que no comprenden, pero sin caer en la ridiculización en ningún minuto (las lecciones de vuelo de mamá extraterrestre son una pequeña joyita en sí misma, y hasta emocionan y todo).

-- Mención aparte merece la banda sonora, con un inspirado James Horner componiendo a mitad de camino entre el jazz y el dixieland, y mezclando en las escenas de comedia más física más de alguna alusión a la banda sonora de los dibujos animados marca Acme (ya saben a cuáles me refiero).

IDEAL PARA: Seguidores de Steven Spielberg, amantes del cine familiar, y de los cuentos de hadas.

VIDEOS.

-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].

2 comentarios:

Omar Chaves Viteri dijo...

Su español es pesimo, el articulo es ridiculo e inmaduro, no es imparcial y en general una mierda y un bodrio de leer.....

Miguel Angel dijo...

La crítica más patética que he leído en años!!! Acá el único "paniguado" que espero que tampoco haya seguido con esto (porque definitivamente escribir no es lo tuyo) es el inútil que escribió esta sátira de estupideces.
Sinceramente espero que ya no esté trabajando como crítico porque da pena, mucha pena :(

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