11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).

domingo, 30 de enero de 2011

"Enamorándome de mi ex" (2009).


-- "It's Complicated" (título internacional en inglés), "No es tan fácil" (título en España). Estados Unidos. Año 2009.
-- Dirección: Nancy Meyers.
-- Actuación: Meryl Streep, Steve Martin, Alec Baldwin, John Krasinski, Lake Bell, Mary Kay Place, Rita Wilson, Alexandra Wentworth, Hunter Parrish, Zoe Kazan, Caitlin Fitzgerald, Emjay Anthony, Nora Dunn, Bruce Altman, Robert Curtis Brown.
-- Guión: Nancy Meyers.
-- Banda Sonora: Heitor Pereira y Hans Zimmer.

-- "Enamorándome de mi ex" en IMDb.
-- "Enamorándome de mi ex" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

En una reunión/fiesta/vituperio, dos machos viejones y dos hembras también viejonas están conversando amigablemente. ¿Son dos parejas amigas? Puezzz no... porque al poco aparece la esposa joven de uno de los dos viejorros (Lake Bell, o de cuán letal puede ser una combinación bikini/abdominalesdegimnasio). Y entonces el viejorro casado con la joven (Alec Baldwin, olvidado ya de sus papeles más heroicos como cuando interpretó a Jack Ryan y botado ahora a comediante) mira con ojitos de pena a la otra chica, a la viejorra (Meryl Streep, dando manotazos de ahogado en el difícil arte de ser una MILF del cine actual). El caso es que por esas coincidencias mágicas sin las cuales la mitad de los guiones de Hollywood no funcionarían, ambos acaban en el mismo hotel. Bueno, cuando quise decir ambos, quise decir los tres: Meryl Streep por un lado, y Alec Baldwin con Lake Bell por el otro. Pasa lo que pasa: el crío de la tercera en discordia se enferma, y los dos viejones ahora tienen tiempo para estar solos, tomarse una copita, follar como conejos... ¿Qué pasó aquí? Que ellos eran matrimonio. Pero él se fue para casarse con la chica que le lucen bien los abdominales en bikini. Y ahora le ha puesto cuernos con la viejorra que era su esposa. Y las féminas mirando la peli, deleitadas porque la buena de la peli le está cavando la fosa a la buenorra de la peli. Y los machos mirando la peli, dándose de palmadas en la cabeza por el cretino del tío, porque si pensaba hacerle arquitectura a la cabeza de su esposa, y considerando que tiene el potencial de agarrarse a una buenorra de verdad, ¿por qué no a una buenorra de verdad en vez de a Meryl Streep...? Ah, y para dejar aún más en claro que esta es una peli para tías, ¿mencioné que hay otro galán en discordia que es Steve Martin, pero en plan serio...?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

3era edad la lléa. Hubo una época en que lo cool era ser joven. Y, bueno, sigue siéndolo. Pero en la actualidad, los 30 ya no son necesariamente la tumba de la mujer. Ya son arcaicos los tiempos en que las chicas de 21-22 que no habían ca-s/z-ado marido lloraban por las paredes porque estaban para vestir santos. Ahora una Nicole Kidman (über-40), una Michelle Pfeiffer (über-50) o una Meryl Streep (über-60) pueden ir y comerse al mundo. O a otras colegas más jóvenes, como Madonna se comió a Britney y Christina, las cuales apenas consiguen arañar y sobrevivir allí donde Madonna ha seguido impoluta (metafóricamente hablando, claro) al paso de los años y las generaciones. Incluso el siempre hiperansioso mundo empresarial mira a la tercera edad como una potencial fuente de ingresos: los viejos ahora viven más y son más saludables, así es que ya no consumen sólo pastillas para la ciática ni el ungüento mágico milagroso del Dr. Miramamolín, sino que consumen cruceros, música, ¡regalos para sus bisnietos! Lo que nos lleva a una clave esencial, claro: para ser un tercera edad que la lléa, tienes que tener DINERO. Si no, eres un pobre viejo miserable, y quítate pa'llá a morirte en tu asilo de ancianos, vejete'e mierda. En ese contexto, más tarde o más temprano tenían que llegar las comedias románticas protagonizadas por... ¡¡¡VIEJOS!!! La primera en tirarse a la piscina fue Diane Keaton, en "Alguien tiene que ceder". Y ahora Meryl Streep, en "Enamorándome de mi ex". (Ambas sintomáticamente escritas/dirigidas por otra veterana en la sesentena como es Nancy Meyers). GRRL 3rd AGE TO THE POWAH, HELL-YEAH!!!

¿POR QUÉ VERLA?

-- Aceptemos que esta es una peli con target: la prota es una vejestoria de la tercera edad que tiene un affaire con un vejestorio de la tercera que la ha cambiado por una más joven y ahora quiere regresar desde el pasto tierno al pasto añejo otra vez. ¿Quiénes empatizarán con esto? Pues las veteranas de la tercera edad y el público femenino lagrimapañuelos en general. Hasta ahí podría ser otra insoportable peli con lectura feminazi en el trasfondo. Pero, ¡momento!, que ésta es una de Nancy Meyers y no una de Nora Ephron. Es poco probable que Nancy Meyers pase a la Historia como una cineasta indispensable para entender la honda tesitura intelectual de comienzos del XXI, pero no se le puede negar una trayectoria consistente: "Sopa de gemelas" (bueno, ésa era por encargo de Disney), "Lo que las mujeres quieren" (su punto más alto, y también su pesada losa porque siempre se la medirá por la vara de esa peli), "Alguien tiene que ceder", "El descanso", y ahora "Enamorándome de mi ex". ¿Qué tienen en común todas esas pelis? ALL POWAH TO THE GIRLZ!!!, claro. Pero aunque carga la mano, consigue la cuadratura del círculo de no resultar panfletaria en ningún minuto (o casi). "Enamorándome de mi ex" está planteada desde la comedia de carcajadas, y en ese registro funciona bastante bien, resolviendo muy bien situaciones que en manos más brutas podrían salir grotescas. La trama de la peli es bastante simple: una mujer mayor da la idea de ser fuerte y que lo ha superado todo, pero diez años después no ha superado en realidad su divorcio y acaba acostándose con su antiguo marido. ¿Les suena conocido? Créanme, sucede más de lo que piensan, para ambos lados. A una idea bastante básica, el guión le saca su buen partido (y volvemos a Nancy Meyers, que escribió el guión aparte de dirigir). Tiene algunas gotas de comedia de enredo, pero sin pasarse, se vuelve un poco sentimentaloide cuando quiere ser emotiva pero tampoco abusa del azúcar, saca buenas risas cuando pretende hacerlo... Y por detrás se mueve la consabida evolución del personaje protagónico que, era que no, acaba por aprender un par de lecciones, superarse a sí misma, madurar, avanzar, seguir adelante, y de paso, como comedia feminista que es, empoderarse para enfrentarse a su antiguo hombre (que, dicho sea de paso, resulta ser un patán, un niño chico y en última instancia un sinvergüenza) y decir aquello de que NO MEANS NO!!! Todo eso en un ambiente con gente sin problemas monetarios, claro, que trabaja pero no tiene que matarse trabajando tampoco (ella tiene un restaurante y maldita sea si se la ve más de una escena trabajándolo, él es abogado y en ningún minuto se lo ve contestando alguna llamada telefónica, y el otro es arquitecto pero el único trabajo que se lo ve hacer, es para la prota... ya se sabe, gente que tiene la vida resuelta y que por lo tanto tiene todo el tiempo y el cacumen del mundo para complicarse la existencia con tonterías románticas). No será una obra maestra, pero dentro del registro comedia-romántica, cumple bien lo que promete, y está incluso por encima del promedio.

-- Los actores. Nancy Meyers tuvo la habilidad de reclutar a un estupendo elenco para sacar adelante la cosa, y tuvo mucho ojo. Meryl Streep quizás no sea demasiado creíble como objeto de lujuria para el personaje masculino de turno (lo siento, Meryl, pero el paso del tiempo no te ha convertido en una MILF), pero saca adelante una gran actuación (pero por otra parte, ¿cuándo no ha estado superlativa ella...?) que hace muy creíble sus peripecias interiores de seguir adelante versus ceder a la tentación. Alec Baldwin por su parte hace un trabajo increíble con un personaje que, a pesar de toda su bribonería, resulta tremendamente simpático y hasta querible dentro de su patetismo, de manera que el muy ladino consigue metértela doblada cuando ha acabado la peli y te das cuenta de que "¡CARAY, PERO ES QUE ESTE TIPO ES UN CANALLA Y UN SINVERGÜENZA! ¡¡¡Y ME CAE BIEN, EL CABRÓN JJJJJJODEUNA!!!". Steve Martin por su parte puede ser una adición un poco extraña, habida cuenta de que generalmente se lo contrata como payaso (sin que sea muy gracioso como payaso, todo sea dicho), pero aquí está contenido y en su lugar, y hasta... tiene... ¡¡¡DIGNIDÁ!!! La cuarta en discordia, por su parte, la benemérita Lake Bell, buenoooooo... era la mejor amiga de Cameron Diaz en "Locura de amor en Las Vegas", y no es que la contraten por ser la mejor actriz del orbe, ¿no? (aparece en más bien pocas escenas, y en la mitad de ella usando bikini o bra, para qué andarnos con rodeos), pero da bien el pego como la clásica chica lamible-pero-pesada, aunque tampoco sin cargar la mano ni llegar a la caricatura (la escena en que finalmente se da cuenta del chollo, y no es que no se lo merezca por lo demás, está bastante bien). Mención especial para los jóvenes (los tres hijos de Meryl Streep y el futuro marido de una de las chicas), que son actores desconocidos y por lo tanto podrían haber sido rellenados con cualquier guaperas, y en vez de eso tenemos a cuatro actores con mucha naturalidad y simpatía, y que ojalá podamos seguir disfrutándolos en otras pelis después que ésta, en roles mayores.

-- Insistiré un poco más en el asunto feminista, sólo por si no ha quedado claro. Uno de los principales defectos del cine militante feminista es la caricatura: en estas pelis, todas las mujeres son víctimas, inocentes, sufridas, o empoderadas, en contra de los machos que, o son tontos idiotas, o simplemente son EVIL. Pero despreocupáos, que nada tenéis que temer de esto aquí. Es cierto que en la pareja protagónica la buena-pero-sufrida es ella y el adorable sinvergüenza es él, y también es cierto que el personaje de Steve Martin está ahí un poco como sueño húmedo hembrista (maduro, atractivo, paciente, y llega justo a tiempo para salvarla de ella misma), pero la peli no cae en la caricatura extrema. Entre el resto de los personajes femeninos encontramos varios positivos (las hijas, por supuesto, las amigotas...), e incluso los negativos están matizados (la chica joven podrá ser pesada, pero la peli subentiende sus motivaciones a lo menos en parte). Pero los personajes masculinos tampoco son unos bellacos: el futuro yerno de Meryl Streep no es un pelele de su noviecita caprichosita (una manera fácil de sacar risas, en otras pelis), sino un joven decente que trata de afrontar el problema como mejor puede (porque los coletazos le llegan también), e incluso el ex marido no es un donjuán que disfrute de las conquistas, sino un hombre inseguro que es más o menos inconsciente de las calamidades que va provocando alrededor con su actitud. "Enamorándome de mi ex" es así una rara joya, una peli que es feminista sin caer en el feminazismo, y eso es de agradecer en estos tiempos de mujeres empoderadas que so pretexto de igualdad pretender arrasar con todos los hombres porque sí, porque son malvados y miren al mundo cómo lo tienen, que si la historia la hubieran manejado ellas otro sería el cuento (¿quién dice?). O sea, una peli sobre sentimientos femeninos que sí puede ser vista en pareja sin grandes incomodidades para esa raza de sufridos hombres que deben hacerse partícipes de ese comentario de Homero Simpson: "¡Esas películas eran malísimas! ¡Yo sólo las veía para llevarme a Marge a la cama!".

IDEAL PARA: Ver una comedia romántica que no va a revolucionar el mundo pero que consigue ganarse punto a punto el "misión cumplida".

jueves, 27 de enero de 2011

"La llamada fatal" (1954).


-- "Dial M for Murder" (título original en inglés), "Con M de Muerte" (Venezuela), "Crim perfecte" (título en catalán), "Crimen perfecto" (título en España), "Disque M para matar" (título en Brasil). Estados Unidos. Año 1954.
-- Dirección: Alfred Hitchcock.
-- Actuación: Ray Milland, Grace Kelly, Robert Cummings, John Williams, Anthony Dawson, Leo Britt, Patrick Allen, George Leigh, George Alderson, Robin Hughes.
-- Guión: Frederick Knott, basado en su propia obra teatral.
-- Banda Sonora: Dimitri Tiomkin.

-- "La llamada fatal" en IMDb.
-- "La llamada fatal" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

A bordo de un barco barquito llega un antiguo tenista, a los brazos de su amada esposa (¿amada? ¡Ya sabemos por ésas que cuando se nota demasiado el arrurrú-paloma, es que el Maestro Hitchcock está planeando algo sucio!). Resulta que la esposa, mientras tanto, tan sueltas de cuerpos y cascos que son ellas, tiene sus, ehm, detallitos, con un escritor de novelas policiales. Y la parejita... bueno, la parejita adúltera, se entiende, está nerviosina porque han llegado unos anónimos diciendo que miren ustedes cómo mojan, que si ustedes no depositan una cantidad de dinero, entonces... lo de siempre, vamos. Así es que todos saltoncillos porque si el ex tenista llegara a enterarse... Bueno, apenas el novelista se manda a cambiar con la señora, y uno está diciéndose cómo tan confiado el ex tenista, que no ve lo evidente, es que apreciamos que éste viene con un pañito sucio (¡lo sabíamos, lo sabíamos, si el sucio degenerete de Hitchcock no nos falla nunca!). Porque llama por teléfono a un tipejo que conoce de por aquí o por allá. Y le plantea la cosa buenamente: sé que andas en asuntillos sucios y puedo hacer que la pesada mano de la justicia te quiebre el cuello si no haces todo lo que yo te diga, pero por otra parte, si eres un pan de Dios conmigo y te conviertes en esclavo de mis decisiones (ehm, ehm, eso me lo inventé yo, pero suena bien, ¿no?), entonces te pagaré una gruesa suma en cash. ¿Qué decides? El tipo, bueno, viéndolo así, como que no hay muchas opciones. ¿Y qué le encarga hacer el ex tenista? Obvio, matar a la señora. Con el infalible plan falible de toda la vida. Porque la maquinaria está bien engrasada, pensada hasta el último detalle, y... bueno, aguántense ahí, que siempre ese sucio jugador Hitchcock tiene alguna carta guardadita bajo la mesa...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

La trayectoria fílmica de Hitchcock es tan extensa que va desde el cine mudo hasta ¡1976! ("Trama macabra"). Pero sin lugar a dudas, su década gloriosa fueron los '50s, con portentosos clásicos como "Extraños en un tren", "La ventana indiscreta", "Para atrapar al ladrón", "Vértigo", "Intriga internacional"... cerrándola de manera maestra con ese canto gregoriano a la suciedad mental que es "Psicosis". ¿Los ingredientes? El más obvio es, por supuesto, su sentido del suspenso, creado a partir de historias de argumentos retorcidos con un montaje endiablado y calculado hasta el último milímetro de metraje. Pero también hay otro un poco más soterrado: su fijación con los problemas psicológicos, y muy en particular, con los problemas sexuales, que están siempre en pulsión debajo de sus pel... no se hagan, no me digan que nunca han visto una peli sucia por el puro placer de ver una peli sucia. Para los conservadores y eisenhowerianos '50s, esa cosa represora/reprimida que tenía el cine de Hitchcock les caía a las maravillas. Y en la Europa cultureta intelectualoide de "Cahiers du Cinema", lo valoraban por eso, por sucio, más allá de ser un director "comercial". Como de costumbre, "La llamada fatal", basada en una obra teatral (como la otra joyita suciohitchcockiana que es "La soga"), contiene esa delicada mezcla de historia con mucho suspenso, combinada con una psicología sucia de personajes a más no poder. Disfruten, manga de pervertidillos.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Es una historia de suspenso de cabo a rabo. Todo parece estar quieto y normal, pero resulta que no: hay un adulterio de por medio. Después se lo tratan de esconder a Mr. Cuernos, pero no: resulta que éste sabe. Después éste planea matar a la señora, y entonces... Esta peli tiene la virtud de salir siempre con algo completamente inesperado a cada instante, y lo que es más increíble, todo encaja. La solución final es simplemente abismal (aunque, admitámoslo, Hitchcock hizo trampa escamoteándonos "inocentemente" un cuadrito de dos segundos en que todo el andamiaje se hubiera venido abajo, pero de manera increíble, no se nota en lo absoluto sino hasta cuando tienes la respuesta en las manos y ves con atención la peli una segunda vez... el viejo zorro la volvió a hacer). En 1998 trataron de perpetrar un remake, concretamente la decente "Un crimen perfecto", por si les sonaba la trama, en la que mezclaron al personaje del sicario y a la del amante en uno solo, y de escritor lo convirtieron en pintor (Viggo Mortensen en su era pre-TLOTR), y al verse obligados a tocar la maquinaria, acabaron por cargársela y convertirla en... bueno, en un thriller decente, decíamos, pero un thriller olvidable más, al final del día. Algo bueno que tienen estos remakes, más allá de ser "entretenidos", "actualizadores" o "necesarios", es hacer la comparación de lo que hace un artesano del día a día en comparación de un gran genio artístico como Hitchcock, comparación que aquí es bastante evidente (bueno, en lo de "Un crimen perfecto" se esforzaron al menos, que en cuanto al "Psicosis" de Gus van Sant, es que el hombre ni siquiera dio la pelea...). Bueno, desvaríos remakísquicos aparte: resulta que esta peli transcurre casi entera en el departamento de los protas (la secuencia más larga fuera de ahí son algunas escenillas en el club de caballeros al que va nuestro marido caballero-ehm...), y la verdad de las cosas es que ni siquiera se nota, tanta es la tensión que el parido de Hitchcock consigue desatar.

-- Ya sabía yo que ustedes querían llegar a esto. ¿Es una peli perversa, fetichista, malévola, como otras de Hitchcock? Sí, sí lo es. De partida, la peli tiene un regusto a represión homosexual que tira patrás de una. El ex tenista es el típico chico guapo que ahora lo podrías ver luciendo camiseta en una discogay, que se casa con un mujerón como es Grace Kelly sólo por el money, y que es nada más ñarigatu para seduc... ehm, convencer al matón de mala monta (otro que tiene una cara de pervertido que...) de que mate a la mujer en medio. Si eso no es filogay, entonces no sé qué será. ¿Y la heroína? Es la clásica heroína gélida pretty-rubia-pero-sucia a las que Hitchcock tanto les gustaba humillar simbólicamente (a veces no tan simbólicamente) en sus pelis. O sea, Grace Kelly tiene a un marido encerrado en el closet, y en vez de divorciarse como toda mujer que se respete, se encama con otro tipo, pero sin soltar pan ni peazo... y por eso se mete en el brete que se mete (o la meten, mejor dicho). Y si eso no basta, pues bien, tenemos la escena en que por fin viene la ejecución del plan, que hace gala desplegando sadismo a chorros por los costados (ese matón de poca monta, sucio y piltrafoso, a punto de cargarse a la angelical Grace Kelly en su vaporoso atuendo de noche...). No adelantaré más detalles de la trama, que ya bastante he hecho poniéndolos sobre la pista, pero bueno, si eso no era suficiente para defecarse en una de las bellezas superlativas del cine clásico de Hollywood, pues que el calvario sadomasoca no acaba. Sí, lo sabemos, Hitchcock es un sucio. Y un reprimido. Por algo sus pelis siguen viéndose hoy en día. (Aunque ningún remake suyo tendrá éxito si es que insisten en hacerlos con la asepsia políticamente correcta que tanto predomina hoy en día).

-- Las actuaciones acá son brillantes. Obviamente el crédito principal se lo lleva Grace Kelly, con la que probablemente es una de las mejores actuaciones de su carrera, muy por encima de lo que se supone es una scream queen al uso, para entregarnos amor, terror, dudas, inseguridad, una extensa gama de emociones y sentimientos que cruzan por su personaje. Ray Willand es el marido medio ya-saben-qué, y la verdad es que el papel le sienta como un guante (¿habrá sido...? no-no-no, qué mal pensados, el hombre era casado en la vida real... ¿pero y si...?). Robert Cummings como el escritor de novelas policiales está un poco desabridito, pero bueno, mala suerte que sea "el jovencito" (personaje por definición siempre desabrido, salvo que sea un antihéroe, lo que no pasa acá) y que además sea limpio e impoluto y por tanto maldita sea si a Hitchcock le importa un rábano como personaje. Anthony Dawson está brillante como esa porquería de chuloputo escoria al que contratan para cometer el crimen perfecto, y John Williams (no el compositor: alcance de nombre aquí, ¿vale?) está grande como la vida en su rol de detective que al principio pareciera ser un tanto memo y aburrido, pero que después se revela como un profesional de tomo y lomo en lo suyo (¿están seguros de que no se robaron de acá la idea para crear al detective Columbo...?).

IDEAL PARA: Ver una de las mejores piezas de uno de los mejores cineastas de suspenso... ¡Qué digo, uno de los mejores cineastas a secas de todos!

domingo, 23 de enero de 2011

"Cogoti 18" (2010).


-- "Cogotí 18". Chile. Año 2010.
-- Dirección: Diego Rojas Sastre.
-- Actuación: Gabriela Arancibia, Germán Henríquez, Mauricio Fuentes.
-- Guión: Pablo Alvear y Diego Rojas Sastre.
-- Banda Sonora: Laurent Apffiel.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Se abre la pantalla, y vemos pasar un bus con rumbo a una localidad rural de Chile, una localidad de ésas tipo Norte Chico con algún que otro matorral desubicado y algún que otro rastrojo de hierba para ganado, mientras una voz en off ya nos sumerge en el calvario que seguirá por hora y media: con reflexiones pretenciosas sobre la vida y la muerte, de ésas de poeticastro de bar con vino tinto ácido y picado declamando poesía "con significado". Llega un extraño al pueblo, pregunta dónde se queda, y cuando le dicen que en una de esas casitas medio extrañas (ya se sabe: con niñas y ampolleta roja), la cosa parece que mejora, porque si hay algo que puede mejorar una peli cultureta es... ¡DESNUDOS FEMENINOS! Pero no... no hay empelote, y el tipo se va de ahí para nunca más volver, y nuestro gozo en un pozo. Hay un funeral, pero el tipo llega tarde, parece que a propósito, y cuando todos se han ido y el cajón está ahí solito (¿y los sepultureros, a dónde diablos se fueron...?), aprovecha de darle una cálida despedida al muertito ("qué bueno que te moriste, viejo de mierda", esa clase de cosas). Y ahí aprendemos que el recién llegado es un huacho, un bastardo, que viene a despedirse de su progenitor (si se están preguntando cómo diablos, siendo un bastardo, se enteró de que papi estaba muerto tan a tiempo que alcanzó a llegar a ese pueblo perdido en los requintos infiernos incluso la noche antes del funeral y todo, pues vayan quedándose con la duda atragantada, que la peli no lo resolverá). Y luego, para que haya trama en el asunto, se aparece a la familia, que son dos hermanos hijos del muerto, y por lo tanto, hermanastros suyos (además hay un crío de mierda que es una ladilla nuncamequedotranquilo, y cuya función es jorobar la pita durante toda la función). Ahora, los tres hermanos tendrán que llegar a buenos términos, entenderse a nivel familiar (o no: ya se sabe cómo son estas cosas, en particular cuando hay herencias de por medio), demostrar que la familia chilena es una familia fracturada (ahí tienen por no rezar el Rosario, paganos), y salpicarnos con prístinas reflexiones en off acerca de la vida, la muerte, etcétera, muuu existencialista tooo.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Uno de los inevitables subproductos del cine son las Escuelas de Cine. Los primeros cineastas aprendieron a rodar cine, bueno, rodando cine, que es la mejor escuela a fin de cuentas (creo que fue Spike Lee el tipo que dijo que iba a la escuela de cine únicamente para tener a disposición cámaras con las cuales rodar... y si no fue Spike Lee, fue otro negrito simpático en su misma onda). Pero luego, como cualquier actividad que tiene éxito, vienen los popes a pontificar urbi et orbi sobre cuál es el VERDADERO cine, que es NUESTRO cine, por supuesto, y para darle respetabilidad al asunto tienen que ponerse serios, quitarle todo el sentido del humor, y quebrarle el lomo a las pobres pelis con cargas de filosofía que ni las pidieron ni las soportan, las pobrecitas. Y como la cosa se va institucionalizando cada vez más y en todas partes te piden un dichoso cartoncito para acreditar que sabes lo que sabes (aunque no hayas aprendido una mierda en el camino y hayas aprobado porque el profe te tenía buena barra o porque el nivel de exigencia del establecimiento andaba por los sótanos), pues que para rodar ahora en Hispanoamérica tienes que ir a la Escuela de Cine. Y para ser respetado como cineasta, te tienes que camuflar con tus profes. Los mismos profes frustrados que agresivamente se las dan de popes de esto-y-aquello porque nunca rodaron, o rodaron y nadie les hizo caso. Resultado: Escuelas de Cine que forman a cineastas cada vez más alienados de la realidad, que hacen el poner la carreta delante de los bueyes de creer que la gente es la mala que no aprecia sus buenas pelis, y no que ellos hagan malas pelis y luego las buenas gentes huyan de ellas. "Cogotí 18" sigue la historia de "Límite" y de tantas tesis doctorales en Filosofía que son ampliadas un poco por aquí y por allá y se transforman en obtusos tratados que son más paja que grano: era el proyecto de titulación de Diego Rojas Sastre, que después fue estrenado en... ¿Alguna vez irá esto a ser estrenado comercialmente en cines nacionales? Porque ustedes a estas alturas del partido se estarán preguntando cómo diablos llegué a ver esto. Y bueno, la historia es simple. Mi gatita y yo estábamos comprando regalos en el centro de Viña del Mar, y pasamos por las afueras del Cine Arte, que estaba en el Festival de Cine (Octubre 2010, para que no digan que vengo con lo último de lo último, y la página web del Cine Arte en ese minuto sin programa, para variar un poco), y cuando estábamos mirando el afiche, se acerca un chico a decirnos que la siguiente función es gratis, y bueno... nos metimos. Claro, ahora entendimos por qué era gratis el asunto. Pagado, esto no lo ven ni en programa doble con una porno de regalo.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Déjenmes contarles una anécdota de esta peli. En la función en que estaba, en el Cine Arte, salió una chica a presentar la peli, y lo hizo más o menos con estas palabras: "Esta es una historia sobre paisajes... sobre tragedia... sobre aislamiento familiar... disfruten". Seriously. La durazna. Como lo cuento, así fue. ¿Quién diablos puede DISFRUTAR una tragedia y el aislamiento familiar, por Bastet...? Con esa mentalidad es claro qué pasó y por qué esta peli pasa a engrosar el largo listado de clásicos ejemplos de oportunidades desperdiciadas. La historia era potente y daba de sí: un tipo que se encuentra con sus dos hermanastros a los que no conoce porque son de padres diferentes. Una historia sencilla pero con power. ¿Qué no hubiera hecho James Gray (el tipo de "Los amantes") con un material como éste? Pero no, resulta que tenían que hacerla cultureta, no sé si para complacer a los profes de tesis o simplemente por narcisismo intelectualoide. Y vamos metiéndole cosas para hacerla más... SERIA... ¡¡¡TRÁGICA!!! (no basta con que el viejo se haya muerto, que haya peleas por el testamento y que además dos hermanos se lleven a matar, sino que además, el hijo huacho se está muriendo y tiene que mear por un tubito, porque esto no es tragedia si además uno de los protas no tiene una afección que lo esté matando, etcétera). Y porque la cosa es cultureta, como no le vamos a sumar también algunos tintes semiincestuosos a la cosa, aunque sin pasarse para no hacerla porno (parece que los culturetas que antaño metían chicas en bolas porque era contracultural, ahora por aquello de no cosificar a la mujer y todo eso ya no lo hacen, cabrones), y por supuesto que lo semiincestuoso de manera torpe porque esto no es ni de lejos "La sombra de una duda" de Hitchcock. ¿Y ya mencioné la escena en que, para mostrar que un personaje tiene trancas sexuales, no encuentran nada mejor ni más rupturista ni más contracultural ni menos elegante cinematográficamente que mostrarlo corriéndose la macaca con una revista porno? Juro que no me estoy inventando nada... Además tenemos, al comienzo y al final, esas insufribles voces en off muuu profundas que dicen verdades sobre la vida tipo Reader's Digest, pero en clave europeoide. Y claro, todo se resuelve de la manera previsible en que deben resolverse estas cosas (no spoilers here). Sumémosle un guión con algunos diálogos horripilantes por lo mal escritos (pero, ¿qué clase de personaje chileno se expresa de manera tan engolada y afectada, respetando tanto la gramática y la sintaxis RAE's style...?), y ya tenemos armado el panorama. O de cómo agarrar una historia simple y potente, y en vez de dejar que el cuento se cuente solo, como lo han hecho tradicionalmente todos los grandes narradores desde Homero hasta la actualidad, lo cargan con pretensiones de genio cinematográfico hasta asfixiarlo entre suaves almohadones culturetas. Las actuaciones de los tres hermanos son buena (el malo), mediocre (la hermana), y derechamente mala (el hermano bastardo, la escena del cementerio en que insulta a su padre muerto da pena por lo mal actuada). Lo mejor: la fotografía, que aprovecha los paisajes naturales al máximo, y la banda sonora, bastante simple, pero que acompaña bien. Y ya que este tipo, Diego Rojas Sastre, es un coterráneo chileno, y capaz que termine leyendo este comentario (gugleando, claro, si después de todo, meter "cogoti 18" en Google no llega ni a los 1000 resultados arrojados), un consejo. Lo mejor que le salió dirigiendo esta peli, son las escenas de acción. Dedíquese al thriller, hijo mío, dedíquese al thriller directo, violento y sin pretensiones (no a lo Tarantino ni a lo "Taxi para tres" tampoco, sino simplemente al thriller comercial puro y duro). Ud. tiene talento para rodar, no lo desperdicie en pestiños culturetas que no va a ver nadie, que no van a tener ningún significado ni ninguna profundidad intelectual (salvo que consideremos como tal el ruido hueco de las frases altisonantes), y mándese una buena peli de acción que nos divierta a todos. Va a ver como se va a forrar, eso se lo doy firmado, y puede citarme si quiere. Palabra de General Gato.

IDEAL PARA: La parentela de la gente involucrada en el proyecto.

OTRAS PÁGINAS SOBRE "COGOTÍ 18":

-- "Cogoti 18" en CineChile.
-- "Cogoti 18 (2010)" en MUBI.

jueves, 20 de enero de 2011

"La soga" (1948).


-- "Rope". Estados Unidos. Año 1948.
-- Dirección: Alfred Hitchcock.
-- Actuación: James Stewart, John Dall, Farley Granger, Cedric Hardwicke, Constance Collier, Douglas Dick, Edith Evanson, Dick Hogan, Joan Chandler.
-- Guión: Arthur Laurents, sobre una adaptación de Hume Cronyn, con aportes sin acreditar de Ben Hecht, basados en la obra teatral de Patrick Hamilton.
-- Banda Sonora: David Buttolph.

-- "La soga" en IMDb.
-- "La soga" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

En un departamento, a un pobre diablo se le atraviesa en la garganta una soga de ahorcado, con los efectos fatales que son de prever. El perpetrador, cuando lo siente caer, suelta una exhalación orgásmica y se pone a fumar, y cuando su cómplice trata de llamar su atención, el otro le dice que se relaje, y sigue fumando (sí, huelen a arroz quemado, qué pasa con eso). ¿Por qué? Simplemente porque ellos son Ubermenschen, y por lo tanto, para probar esa superioridad, ese estar Jenseits von Gut und Böse, es que le han dado escabechina al pobrecito inferior. Y para colmo, resulta que el soplanucas de la relación ha invitado a un convite, y esconde el cuerpo en un baúl sobre el cual hará una cena para la noviecita del sujeto, el antiguo novio de la noviecita, los papás del cadáver, y un antiguo profesor. Durante la cena, las cosas se irán espesando lo suyo, porque verán, no importa cuán superior seas, la mediocridad siempre gana aunque sea por el puro aplastante peso de la demografía. ¿Conseguirán el par de asesinos aguaenbote salirse con la suya? ¿Serán descubiertos y sometidos a las leyes comunes de la moralidad de toda la sociedad...?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Hacia finales de los '40s comienza a producirse la gran transición de Hitchcock. En los '40s había perfeccionado un tipo de cine de suspenso e intriga, pero aún no se le daba bien los extremos de sordidez a los cuales después llegaría el Amo del Miedo (porque da miedo tener a un par de raritos asesinos, eso seguro, como que el recurso apareció en un par de matones del villano de la jamesbondesca "Los diamantes son eternos"). "La soga" es, en ese sentido, una peli transicional dentro de la filmografía hitchcockiana. Además, debido a sus inventivas técnicas narrativas (no ciento por ciento funcionales, pero sí inventivas, a lo menos) ha provocado orgasmoxplosiones en los críticos de cine, que la han elevado a ser una de las cumbres del cine hitchcockiano. Nosotros que la vemos desde la platea, tenemos una opinión algo más mesurada. Después de todo, Cine 9009 no es el blog del tipo que sabe (o pretende saber) de cine, sino del tipo que disfruta el cine. Hay un mundo de diferencia entre ambas cosas.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Alfred Hitchcock tomó una arriesgadísima decisión a la hora de rodar esta peli: utilizar largos planos secuencias sin cortes. Si hubiera podido, hubiera rodado la peli en un solo plano secuencia de principio a fin sin ningún corte, al estilo de "El arca rusa" (¿no la vieron? Por qué no me extraña). Pero la técnica lo traicionó, ya que no se podía poner más de 10 minutos de cinta en la cámara, con la tecnología de la época (ahora, con el cine digital, es otra cosa), de modo que debió resignarse a meter cortes estratégicos por aquí o por allá, lo más distanciados y menos visibles que fuera posible. En caso de que seas estudiante de cine, ya te lo voy adelantando: vas a tener que ver esta peli sí o sí, para que sepas qué hizo Hitchcock y cómo lo hizo (y después puedas robarte impunemente la idea, claro está). Pero Cine 9009 no se dirige a los estudiantes de cine (este blog probablemente le metería ideas raras y subversivas en la cabeza, como que por ejemplo el cine entretenido e insubstancial vale mucho más que el cine profundo-pero-aburrido) sino al público en general, así es que... ¿vale para ellos esta peli por ese artificio? La palabra clave es justamente ésa: artificio. Por un lado, existe una correspondencia de fondo y forma bastante interesante, ya que la trama gira en torno a una dupla de personajes que arman todo un artificio para que su crimen sea una obra de arte, y a la vez Hitchcock la rueda como un artificio para que esta peli sea una obra de arte. O el cine como asesinato, podríamos ironizar con una risilla entre dientes, y ya tenemos a los filosoplastas babeándose y escuchándose a sí mismos sobre este concepto. Pero claro, puede ser que prefieras una peli contada de manera más naturalista y normalita, y en ese caso, le darás más importancia al fondo (la trama, las ideas) que a la forma (el artificio), y la verdad es que el fondo no está tan bien como la forma (la trama simplemente no tiene tanto suspenso y a ratos resulta aburridona, y el debate de ideas sobre las implicancias morales de legitimar el asesinato cometido por un "ser humano superior" es demasiado superficial para toda la enjundia que se le podría haber sacado). Hitchcock se basó en una obra teatral para rodar esta peli, que se localiza en un solo ambiente, un departamento, pero este recurso narrativo, la tensión creada subliminalmente mediante la claustrofobia, fue mucho mejor explotado con posterioridad en otra peli hitchcockiana bastante más lograda, que es "La llamada fatal".

-- Una dimensión interesante de la peli, aunque no bien explotada aquí, es el debate sobre los límites morales del ser humano. Los protas matan simplemente porque pueden, y matar es el sello, prueba, signo o reconocimiento de su propia superioridad. Y claro, otros personajes ponen el dedo en la llaga certeramente en el hecho de que si todas las personas opinaran igual, entonces no quedaría nadie vivo, porque todos saldrían de caza para probar que "son superiores". Bueno, uno puede pensar acá en el conflicto entre el imperativo categórico de Kant (las reglas morales deberían ser aquellas que funcionaran más o menos para todos en igualdad de condiciones) y la moral nietzscheana, esta última explícitamente aludida en la peli, según la cual la moral es sólo para los débiles, y los seres superiores están más allá del bien y del mal. El tema estaba candente en 1948 porque Estados Unidos, que después de todo siempre se las ha dado de reserva moral y juez supremo del bien y el mal del resto de la Humanidad, le había dado una buena paliza a los villanos oficiales del siglo XX, que son los nazis, y no en balde la peli menciona el clásico eje Nietzsche-Hitler como una de las posiciones morales defendidas (la de los asesinos, de manera no demasiado extraña). Pero quizás precisamente porque las ideas nietzschohitlerianas eran tan repulsivas para la época (no es que ahora sean más aceptables, pero ha pasado un resto desde la Solución Final, y las cosas se van olvidando lentamente), es que la peli cae un poco en el panfletarismo, en la ridiculización del pensamiento moral del "villano", en particular en el más que hipócrita discurso final del personaje de James Stewart, que condena y censura las ideas de los asesinos, muy al estilo yanketa, aunque fue su discurso el que inspiró a los asesinos en primer lugar, ambigüedad moral que la peli no explota, por supuesto, quizás porque habría resultado demasiado para las audiencias yanketas que siempre les gusta sentirse "los buenos" sin ambages. En ese sentido, si bien la peli porta consigo interesantes planteamientos éticos y morales, que dan para más de una conversación de sobremesa de ésas con vino y cigarrillos y autoindulgencia intelectual, se conforma con mojarse las patitas en el borde de la piscina, en vez de sumergirse de lleno hasta el fondo de ella.

-- Otro subtópico interesante respecto de esta peli es la posibilidad de leerla como una parábola religiosa. El profesor en la peli predica que existe una moral para los fuertes y otra para los débiles, y el asesinato provocado por un "fuerte" es excusable (suponemos que también excusaría los olores fuertes, por un tema de congruencia, ¿no?). Y los asesinos van y tratan de complacerlo implícitamente, poniendo en práctica lo que el otro predicaba en teoría. ¿Queda acaso el maestro reconocido por lo buenos que le salieron los alumnos? ¡No, por el contrario! Se mosquea y se cabrea visiblemente con ellos, y acaba condenándolos. O el profesor que exige imperativamente que sus discípulos hagan esto o aquello para desconocerlos después, como una metáfora del Dios Vengador veterotestamentario, un cliché recurrente de la literatura y el cine yanketas de toda la vida, para quienes el Dios amoroso y compasivo es en realidad "ese gran desconocido". Una de las constantes de la cultura yanketa es que, si aparece una figura que pueda ser identificada metafóricamente con Dios, esa figura va a ser siempre distante, exigente, mandona, y culpabilizará a sus pobres discípulos, que harán todo lo posible por ser buenos y aún así fallarán/fracasarán de manera miserable. O de cómo erigir un imperio tecnocrático siempre al borde de la histeria religiosa. Y el par de raritos asesinos acá son más que un poco histéricos, si me preguntan.

-- Y llegamos a lo que el lector sórdido de pro estaba esperando: los raritos. Sí, la peli es homoerótica a decir basta. No se ve onscreen, claro está, ni se menciona tampoco, por un tema de censura, pero me extraña que haya gente que dude acerca del trasfondo homoerótico de la peli. Ya en la primera escena, Hitchcock rueda el asesinato como si fuera un orgasmo, y a continuación mete morcillas a cada minuto: existe un prota dominante y uno sumiso, el prota dominante se transforma a su vez en sumiso frente al profesor (en su presencia, subliminalmente se pone a acariciar una botella de champaña, después un cordón telefónico...), la víctima es el tipo que virilmente se estaba arreando para su huerto a la única chica (al revés que el anterior noviecito, de cuya hombría bien cabe dudar porque fue éste quién dejó a la hembra, y no se atreve a lanzarse a reconquistarla con arrojo masculino a pesar de que se muere por mojar), en la escena final el soplanucas empuña contra su profesor un objeto tan metafóricamente fálico como lo es una pistola (bien escondida en el bolsillo, para que el simbolismo quede reforzadito)... El hecho de que por motivos de censura no se pueda explicitar abiertamente lo que el subtexto da a entender tan bien, sólo hace incrementar la sordidez de la peli, sordidez que en los '50s se hará marca de fábrica en el cine hitchcockiano (el homoerotismo reprimido será un importantísimo resorte argumental en "Extraños en un tren" y "La llamada fatal", por ejemplo).

-- Mención para las actuaciones. A pesar de que los créditos vienen encabezados por James Stewart, su rol en realidad viene a ser más bien el de detective antagonista a los dos (¿será la palabra adecuada?) antihéroes, y cumple dignamente a pesar de que no puede considerársele uno de sus mejores roles (Stewart lamentó después haber rodado esta peli, y consideró que haberlo contratado para el rol fue un error de casting, aunque estos juicios son demasiado lapidarios, viendo los resultados). Los dos protas son John Dall (el soplanucas) y Farley Granger (el muerdealmohadas, repetirá su incursión hitchcockiana con un papel similar en "Extraños en un tren"), que funcionan estupendamente bien, sin actuar bajo ni pasarse de roscas, en papeles en que el peligro potencial era la sobreactuación (interesantemente, varios actores de Hollywood con más cartel rechazaron esos roles porque en efecto eran gay o bi, y tenían miedo de que su trabajo actoral resultara tan bueno que acabara por revelarlos dentro del closet). El resto del elenco de soporte, un grupo bastante pequeño habida cuenta de que toda la acción transcurre en un convite para pocas personas en un departamento, funciona relativamente bien, aunque el que se lleva la palma sea probablemente el gran e injustamente hoy olvidado Cedric Hardwicke, quien toma un rol que sobre el papel es penoso hasta lo patético (un pobre hombre sin muchas luces y sin nada particular que lo haga destacable), y a punta de actuación y dignidad lo convierte en un tipo querible y entrañable, robándose literalmente la película en la escena en que debate con uno de los asesinos acerca de la moral.

IDEAL PARA: Ver una peli de Hitchcock quizás un tanto sobrevalorada e irregular, pero aún así con varios puntos fuertes con los cuales defenderse.

domingo, 16 de enero de 2011

"Wolverine" (2009).


-- "X-Men Origins: Wolverine" (título original en inglés), "X-Men Orígenes: Lobezno" (título en España). Estados Unidos. Año 2009.
-- Dirección: Gavin Hood.
-- Actuación: Hugh Jackman, Liev Schreiber, Danny Huston, Will.i.Am, Lynn Collins, Kevin Durand, Dominic Monaghan, Taylor Kitsch, Daniel Henney, Ryan Reynolds, Tim Pocock, Julia Blake, Max Cullen, Troye Sivan, Michael-James Olsen.
-- Guión: David Benioff y Skip Woods.
-- Banda Sonora: Harry Gregson-Williams.

-- "Wolverine" en IMDb.
-- "Wolverine" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

En los bosques de Canadá, a mediados del siglo XIX, una criaturita está en la cama saliendo de una que te cagas gripe. Pero apenas hay problemas en el piso inferior, se recupera así como si nada (¡sin sanguijuelas! ¡oh, maravillas de la ciencia moderna!) y baja justo a tiempo para ver como matan a su madre y a su padre. Enfurecido, va y saca unas garras de hueso de las manos (sí, así es como sucede), y clava al asesino de su padre, quien muere con unas fatales últimas palabras: "el tipo al que maté no era tu padre, yo sí era tu padre... ¡URG!", y muere. Entonces su hermanastro mayor, que parece que es su hermano, miren el merengue ahora con la genealogía (eso, y lo zorra que era esa madre, claro), se lleva a nuestro prota de las garras de hueso. Pasa el tiempo, y vemos a la dupla de hermanos ganando solitos la Guerra Civil de Estados Unidos, la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, y Vietnam no porque no estaba el Doctor Manhattan. Hasta Vietnam llega entonces un palurdo que es de verlo y ya sabemos que es el malo, y que se llama Stryker (además, si vieron la segunda de los X-Men, este dato ya lo sabían, así es que miren cuánto suspenso). Stryker los recluta para un grupo de operaciones paramilitares, pero a nuestro héroe, eso de hacer trabajitos sucios como que no le gusta (¿y para qué se embarcó entonces, en primer lugar?), y se vuelve a los bosques de Canadá, a trabajar como leñador, y a echarse peazo chica de paso. Y hasta allá va el tal Stryker a buscarlo. Y cuando nuestro héroe, al que por cierto la chica le ha contado una historia por la cual se hará llamar Wolverine, se le ocurre decir que no, pues bien, la chica aparece muerta. Y todas las pistas, dignas de investigación policial del Chapulín Colorado, apuntan al medio hermano perdido, el que según los últimos datos trabajaba con Stryker, a pesar de lo cual Stryker jura que él no, que no tuvo nada que ver con el asunto de matar a la chica y etcétera. Y Stryker le ofrece a Wolverine un plan de venganza: trasformarlo en un arma secreta con un chulo proyecto del gobierno blah-blah-blah. Wolverine está a punto de nacer, y los estudios Fox a punto de forrarse otra vez con la franquicia que les ha salvado el culo en los 2000s.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Resulta increíble, con la claridad que otorga la distancia en el tiempo, reparar en que Wolverine inicialmente no era un héroe sino un villano: de hecho, fue el "malo de la semana" al que debía derrotar Hulk. Tan malo era, que ni siquiera era yanki, sino que era canadiense, así de malvado (si hay algo que nos ha enseñado "South Park", es a cantar "Blame Canada!"). Pero como todos los chicos malotes, y es que los tipos limpios y rectos son insoportablemente aburridos para los machos cargaditos de adrenalina y para las chicas buscando diversión, Wolverine se hizo popular. En retrospectiva, tiene su gracia echar un vistazo a las opciones que se barajaron en los '90s para llevar a Wolverine al cine (con el resto de los X-Men, que nadie confiaba en una peli de Wolverine a secas): Gary Sinise, Mel Gibson, Russell Crowe, Viggo Mortensen, Aaron Eckhart, Edward Norton, Jean-Claude Van Damme, ¡¡¡GLENN DANZIG!!! (OK, el bueno de Glenn como Wolverine hubiera sido algo digno de verse). Pero cuando salió "X-Men", el entonces desconocido Hugh Jackman se llevó el palo al agua, e hizo tan suyo el rol, que era impensable ver a otro actor en el mismo. No es raro entonces que cuando las cosas se pusieron espesas para una eventual cuarta entrega de los X-Men (y es que los exec por una vez en la vida tuvieron la inteligencia de ver que la franquicia estaba en franco agotamiento creativo después de "X-Men: La batalla final"), decidieran en vez de aquello una precuela. La idea era mala a priori porque resulta que todo lo que había que explicar sobre Wolverine, ya había sido detallado con pelos y señales en "X-Men II", pero cuándo eso ha sido un obstáculo para la majadería de los ejecutivos de Hollywood. De manera que se lanzaron al retelling de la misma historia que ya habían contado. Que para colmo había sido dirigida brillantemente por Bryan Singer ("X-Men II", a juicio de quien esto escribe, es una de las mejores pelis de superhéroes de todos los tiempos, así es que igualar eso, y ya no hablemos de superarlo, era como mínimo un asunto complicado). ¿Qué podían hacer los ejecutivos entonces frente a este pequeño problema? Después de ver esta peli, ya tenemos la respuesta: take the money and run. Run, Forest, run.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Sabíamos de antemano que "Wolverine" era una empresa condenada al fracaso porque iba a contar la misma historia que, de manera retrospectiva, ya había sido brillantemente explorada en "X-Men II". Además, el único que seguía firme al pie del cañón en la empresa, que venía desde las pelis clásicas de los X-Men, era Hugh Jackman. En ese sentido, esperarse una gran peli era algo utópico, y los que se ensartaron a ese nivel simplemente tienen pajaritos en el cerebro. Sin embargo, ¿era demasiado pedir que al menos fuera un blockbuster decente? ¿Algo que fuera a lo menos entretenido y se pudiera ver de principio a fin? Porque una cosa es que una peli sea ligera, y otra muy distinta que sea idiota. "Wolverine" lo es, sin paliativos. Porque miren el plan imbécil que se gasta el villano: quiere tener en sus manos a Wolverine a toda costa por su especial condición genética, y se encapricha con ello, convirtiéndolo en un supersoldado indestructible, para a continuación tratar justo eso, de destruirlo, cuando Wolverine previsiblemente se rebela (digo previsiblemente no porque sea necesario para el guión pero el villano no lo viera venir, sino porque en la peli misma ya Wolverine se había rebelado una vez contra Stryker, y éste aún así insiste como un sicótico incapaz de recibir un "NO" por respuesta). ¿Acaso no tenía alternativas el villano para realizar lo mismo? Por ejemplo, si tenía tantos medios para engañar a Wolverine, ¿no podía tratar de sustraer una muestra de su ADN y experimentar con él hasta diseñar un suero de ésos que tanto abundan en los cómics de superhéroes, e inyectar a un tipo que le fuera ciento por ciento leal? ¿O hacerle una oferta que fuera incapaz de rehusar, como por ejemplo secuestrarle a la chica y mantenerla de rehén en algún lugar bien lejitos? ¿O no podía primero borrarle la memoria y después convertirlo en un supersoldado? (en la peli se menciona explícitamente que Stryker tiene la tecnología para ello, pero el muy cretino trata al revés, primero lo convierte en supersoldado y luego vamos a por la memoria, miren qué tarado). Cuando tienes a un villano tan imbécil e incompetente, entonces la peli se vuelve cachondeo. Pero bueno, si el villano es tan tonto, ¿cómo es que se las arregla para llegar vivo al final de la peli? Obviemos el hecho de que ya sabíamos que sobrevive (apareció en "X-Men II", de la que "Wolverine" es una precuela, ¿recuerdan?), pero cómo lo logra, es sencillo: es porque Wolverine es aún más tarado que el villano, si es que cabe. Porque sabe que Stryker es cruel y juega sucio, y sabe que el asesino de su chica un tiempo trabajó para Stryker, y si sabe que dejó de trabajar para el malo y anda por su cuenta, es porque el propio Stryker se lo dice. ¿Y? ¿No se le ocurre acaso (como efectivamente le cae la teja más adelante en la peli, y no por sí mismo sino porque otro personaje se lo dice con peritas y manzanitas) que a lo mejor Stryker simplemente miente para engañarlo? Incluso la propia chica le deja caer una menuda pista en una escena, y el otro no pesca la vuelta (pobre Lynn Collins, caer desde la shakesperiana "El mercader de Venecia" hasta esto). Ahora bien, si eres de las audiencias descerebradas a los que la trama les importa un pimiento en pos de los FXs, entonces vale, quizás te guste "Wolverine" (las escenas de acción no son la gran cosa, pero salvan la papeleta aunque sea a punta de efectos molones por computadora, y a veces más molones por intenciones que por resultados), pero si eres un lector inteligente de Cine 9009 al que le gustan las buenas historias, este enfrentamiento de dos paralíticos mentales dándose mutuamente de hostias hasta que uno de los dos gana (o no, porque el enfrentamiento seguirá en "X-Men II", lo que se carga la mitad del suspenso) te mantendrá en un estado a medio camino entre el cachondeo y el sopor. La cura para el insomnio, oferta promocional por tiempo limitado. Comparativamente por ejemplo, la tan denostada "Los Cuatro Fantásticos" anda más o menos en las mismas, pero se lo toma todo con tanta solfa que hay que ser muy cejijunto para enojarse por los estereotipos o el cachondeo general, pero aquí, en cambio, todo se lo toman con una seriedad desarmante, como si estuvieran realmente rodando una gran peli de acción, y así la venden. De manera que si eres fanático ultracompletista de los comics Marvel, tendrás que ver ésta sí o sí (¡es la peli en que Wolverine se vuelve un supersoldado y después pierde la memoria!), y después te sentirás amargamente estafado (es lo que tiene ser fanático, que menudas tragaderas debes gastarte), y si no eres esa clase de ultracompletista Marvel, pues bien... mejor evita esto. Ya generosamente el General Gato quien esto escribe se sacrificó viendo esto por tí, y desde más allá de la tumba este felino te pide que su sacrificio no sea en vano.

IDEAL PARA: Marvelmaníacos con fanatismo de adamantium.

VIDEOS.

-- Trailer de la peli [en inglés, subtítulos en español].

jueves, 13 de enero de 2011

"La sombra de una duda" (1943).


-- "Shadow of a Doubt". Estados Unidos. Año 1943.
-- Dirección: Alfred Hitchcock.
-- Actuación: Teresa Wright, Joseph Cotten, Macdonald Carey, Henry Travers, Patricia Collinge, Hume Cronyn, Wallace Ford, Edna May Wonacott, Charles Bates, Irving Bacon, Clarence Muse, Janet Shaw, Estelle Jewell.
-- Guión: Thornton Wilder, Sally Benson, Alma Reville, basados en una historia de Gordon McDonell.
-- Banda Sonora: Dimitri Tiomkin.

-- "La sombra de una duda" en IMDb.
-- "La sombra de una duda" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Un tipo está tumbado en su habitación. Con dinero. De pronto, se mete la casera, preocupada y métomentodo como todas las caseras gordas con escasa acción sexual, y le dice que andan dos hombrones allá afuera buscándolo. El tipo, que ya se le ve no es demasiado de fiar, sale escopetado de la habitación, y diseña un plan de fuga. Y qué mejor lugar para esconderse, que en la casa de su familia en California, allí donde seguramente nadie que sepa alguna cosa sobre su pasado podría rastrearlo (a George Lucas la idea le seguirá pareciendo buena más de sesenta años después, e hizo que los hijos gemelos del villano fueran escondidos en la casa del hermano del villano, porque seguro que a nadie se le ocurre buscar ahí). El caso es que la llegada del "tío Charlie", que es este personaje, revoluciona a todo el mundo: a su hermana desde luego, porque va a ver a su hermanito que tanto lo quería en la infancia, a su cuñado porque, bueno, el cuñado es un calzonazos de peso... y a Charlie (sí, otra Charlie), una sobrina que en el intertanto que no se han visto tío y sobrina, ha florecido como un pimpollo y está como para... er... mejor vuelvo a la peli. ¿En qué estaba? Ah, sí. Llega el tío, y de inmediato hace buenas migas con la sobrina. Quizás demasiado buenas migas. Como que cuando llega con regalos y todo, ¿qué le regala a ella? Nada menos que un anillo. Y para que el mensaje sea más explícito, va él mismo y se lo coloca con toda la suave sensualidad del mundo. La cosa podría volverse un infierno, pero como todo queda en familia, pues qué de malo podría pasar... A ver, veamos, qué se nos ocurre. ¿Qué tal... que el famoso tío Charlie no sea lo que aparenta ser, y en realidad haya cometido algunas fechorías por aquí o por allá para ganarse el pan? ¿O que su funesto pasado lo venga persiguiendo detrasito y comience a derrumbarle toda la fachada familiar...? Poco a poco, la sobrina Charlie irá descubriendo quién de verdad es el adorado tío Charlie, hasta el punto que se le pasarán las ganitas y todo. Porque hay amores que se tornan en odio, en pesadilla, amores que matan, y... creo que ya me entienden el punto.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Si los '30s son la década inglesa de Hitchcock, a partir de los '40s comienza su producción en Hollywood. En muchos sentidos, las pelis hitchcockianas de los '40s son una transición desde sus primeros experimentos fílmicos en Inglaterra, hasta las portentosas obras maestras con las que se descolgaría en los '50s, la década en la que alcanzó su madurez y en la que probablemente por atmósfera moral se sentía más a gusto (son de ese período "Extraños en un tren", "La ventana indiscreta", "La llamada fatal", "Vértigo", y la cierra con "Psicosis"). Pero de tarde en tarde, dentro de la trayectoria más o menos rectilínea o sin giros demasiado bruscos de los directores, hay picos de creatividad y también bajones. En el caso de "La sombra de una duda", estamos ante un punto alto. En muchos sentidos, aunque lejos de ser perfecta, todavía muy embutida en los manierismos de su etapa inglesa, la peli preludia algunos de sus tópicos favoritos de los '50s, particularmente los morbosos subtextos sexuales de muchas de esas pelis (acá, el tema soterrado que recorre la peli es claramente el incesto platónico entre tío y sobrina). Interesante observarlo, porque esta peli salió así como salió casi de pura chiripa. En primera, Hitchcock no estaba convencido de rodarla, y lo hizo más bien por presiones del estudio que por otra cosa. En segunda, la madre de Hitchcock estaba enferma en Inglaterra, y éste tenía sobre sí toda la angustia de estar trabajando al otro lado del charco. En tercera, el título "La sombra de una duda" era provisional, y se suponía que después iban a ponerle un título definitivo que era diferente. En cuarta, Hitchcock quería al gran William Powell en el protagónico, mientras que Joseph Cotten no estaba exactamente lo que se llama convencido de rodarla (un par de años antes, por cierto, se había lucido en "El ciudadano Kane"). Pocos podían decir entonces que la peli de nacimiento tan revuelto, con el tiempo iba a ser considerada una obra maestra y un importante hito en la trayectoria de Alfred Hitchcock, mientras que éste iba a considerarla después como su favorita.

¿POR QUÉ VERLA?

-- El componente sexual, claro está, si el gordinflón Hitchcock era un cochinorro, como ya lo sabemos. Cuando Hitchcock recibió el guión, el concepto era claro: se trataba de la vieja premisa de la buenoide familia yanketa de toda la vida, que recibe en su seno a una manzana envenenada que viene a sembrar el terror. Era un tema demasiado estadounidense como para que el británico Hitchcock se sintiera identificado, pero encontró otro ángulo, el muy cerdo: potenciar la relación entre el tío y la sobrina, extremando el afecto hasta convertirlo casi en un incesto platónico. De partida, la chica se ahoga en su casa, pero tiene un muy buen recuerdo de su tío, razón por la cual, cuando éste aparece, se pone contenta de todos colores, y más aún cuando descubre que su tío sigue siendo una presencia misteriosa y subyugante (aunque, por supuesto, nunca cruzan la línea, o los censores habrían caído de hacha sobre la peli). Parte importante del terror de la peli deriva en que ella cree conocer a su tío, pero después, cuando descubre la verdad completa y verdadera, se queda de una pieza, y aquí es donde encontramos otro elemento constante del cine hitchcockiano: la alegría con la que mancilla, maltrata, humilla, tortura y deja en la impotencia tanto física como psicológica a sus personajes femeninos, luego de que se han encontrado con el mal, la culpa, etcétera. Porque después de todo, la sobrina quiere tanto o más con el tío que el propio tío, así es que debe pagarlo. Pasa soplado porque las audiencias inadvertidas pueden considerarlo como un elemento más del suspenso ("¡miren como quería al tío y miren lo que el tío jopú le está haciendo!"), pero es que ustedes los fieles lectores de Cine 9009 y yo, entre nosotros conocemos bien al viejo morbosón, ¿verdad? Ustedes no se van a encontrar allá afuera con demasiadas reseñas en castellano, incluso en inglés, acerca de esta peli, que remarquen el elemento incestuoso, por la sencilla razón de que muchos críticos sienten pudor de tocar estas cosas, y además, hombre, ¡es Hitchcock, el Maestro!, y cómo vamos a denostarlo diciendo que en su peli favorita (sí, ésta era su peli favorita) hay incesto insinuado de por medio. Pero vuestro seguro servidor el General Gato no es pudoroso, ni tiene una reputación académica que proteger a punta de puritanismo, así es que les canto las cosas claro: el motor de esta peli, más que el conflicto de tipo "aldea pequeña infierno grande", es el incesto convertido en una pesadilla, o de cómo el pecado carnal (metafórico, pero siempre presente) se paga con dolor y sufrimiento.

-- Joseph Cotten. ¡Qué cabrón jopú el famoso tío Charlie! Ladino y seductor como él sólo, y un alma satánica en la venganza. Hizo tan suyo el papel, que se transformó en uno de los más grandes villanos que creó la mente enfermiza de tío Alfred. Y ahora que uso la palabra "tío", uno puede preguntarse hasta qué punto se refleja él mismo en el personaje. Después de todo, el cine de Hitchcock tiene un fuerte componente sadomasoquista, de manera que identificarse con el personaje que desencadena el mal para después ser convenientemente castigado (no hay sorpresas ni spoilers aquí, era convención en el cine de los '40s que el villano nunca se salía con la suya, incluso estaba establecido en el Código Hays, y si no lo sabías, no tengo por qué ser indulgente con tu ignorancia), tiene casi un sentido de expiación personal. O sea, supuesto de que en efecto Alfredito se refleje a sí mismo en el personaje de Joseph Cotten. Chi lo sá...!

-- Teresa Wright. Esta actriz, de carrera más bien discreta, a la luz de lo que podía ofrecer (en esta peli, por lo menos) queda claro que merecía ser una de las grandes luminarias de Hollywood de todos los tiempos. Ella interpreta de manera sublime a esa chica adolescente ya crecidita, tanto inocente como sensual a un tiempo, con esa sexualidad inocente de estarse insinuando a cada momento sin darse cuenta especial de lo que está haciendo.

-- El desarrollo de la peli es bastante notable. El comienzo sigue la clásica convención del cine negro, de que la historia parte en un punto determinado, con una especie de prólogo, que lleva a los personajes hacia la situación principal, momento en que el prólogo es después olvidado casi por completo. Pero eso basta para sembrar la mala espina en torno al tío Charlie, respecto del cual poco a poco se va descubriendo toda la horrible y macabra verdad. Así, aunque la peli tiene un aire plácido sobre la superficie, ya ha sembrado una atmósfera repulsiva y malsana. Ya promediando hacia el final, cuando sabemos lo que está pasando y lo que está en juego, es cuando Hitchcock deja caer todo el peso del hacha. Y bien hecho. Sin demasiadas estridencias, sin demasiada acción, pero con bastante tensión. La resolución final es algo flojilla, pero funcional, además de que (y en esto Hitchcock es terriblemente británico) hay una burla sutil al espíritu bienpensante de los yankis.

IDEAL PARA: Ver una pieza que, al contrario de la opinión de Hitchcock, quizás no sea su mejor peli, pero sí es un jalón alto en su carrera.

VIDEOS.

-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].

-- El Tío Charlie se deleita cagán... er... haciendo delicada crítica social sobre las mujeres viudas ricas y de cómo estarían mejor muertas [en inglés, sin subtítulos].

domingo, 9 de enero de 2011

"Tron: El legado" (2010).


-- "TRON: Legacy". Estados Unidos. Año 2010.
-- Dirección: Joseph Kosinski.
-- Actuación: Jeff Bridges, Garrett Hedlund, Olivia Wilde, Bruce Boxleitner, James Frain, Beau Garrett, Michael Sheen, Anis Cheurfa, Serinda Swan, Yaya DaCosta, Elizabeth Mathis, Kis Yurij, Conrad Coates, Daft Punk, Ron Selmour.
-- Guión: Edward Kitsis y Adam Horowitz, basados en una historia de los dos primeros y de Brian Klugman y Lee Sternthal, sobre los personajes creados por Steven Lisberger y Bonnie MacBird.
-- Banda Sonora: Daft Punk.

-- "Tron: El legado" en IMDb.
-- "Tron: El legado" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Año 1989. Un papi le cuenta una historia acerca del maravilloso y fantástico mundo de Oz... er... perdón, de Tron, que no está emplazado en algún país de nunca jamás ni está poblado por brujos ni elfos, sino que está en el corazón de algún computador y está poblado por programas y subrutinas. Y cuando el papi está a punto de contarle el secreto chachi a su hijo... ¡sorpresa! ...desaparece, y ya tenemos tensión dramática liada (¿cuál es el secreto, dónde está papi, quién se comió mi queso...?). Veinte años después, en una reunión de una chupi megacorporación que, por cierto, está presidida por un tipejo desagradable y tiene al hijo del villano de la anterior peli en el directorio (dato frik que nadie pescó... ni yo, si no me documentara), sucede una desagrable sorpresa. Porque un crío irrumpe en la central de la chupimpresa y se las arregla para distribuir el código del último ultimísimo sistema operativo por todo Internet. ¿Vándalos de Internet, piratas, enemigos de Angeles González-Sinde, tecnoanarquistas...? Sí, pero también... ¡el hijo del tipo desaparecido veinte años antes y dueño de la empresa! Con bromitas como ésa, vamos a ver cómo diablos se las arregla ENCOM para seguir financieramente en pie y ser la más sólida de las sólidas. En fin, una vez que ha quedado establecido que el jovencito es partidario del free software y desprecia su propio dinero (¿cómo no quererlo así, ah? ¿AH?), un antiguo amiguete que es una especie de pater putativo (el mejor amigo del prota de la entrega anterior, por más señas) va y le dice que ha recibido un mensaje, y por lo tanto es hora de ir movilizando el guión. El chico va entonces y se mete en la antigua galería arcade de papi. En donde todavía tienen la antiquísima máquina TRON. De pronto, por un poco de esto y un poco de aquello, el jovencito va y se mete en la trastienda de la tienda, y descubre un computador tan viejo, que ni para Windows 3.11 le da, imagínenselo, metiendo comandos a puro DOS. Y por meter datos un poco a la bruta nuestro jovencito, que se sentía tan seguro, de pronto se ve desmaterializado y se encuentra en la misma galería arcade, pero de noche, con imaginaría DarkKnight' style... Y aparece una máquina vigilante como las del videojuego. Al chico entonces le cae la chaucha de que... ¡UPS! ...ha pasado al otro lado del espejo, y ahora se encuentra en el universo virtual. Y la pesadilla de su padre acaba de empezar otra vez, como que se titula "legado" la cosa ésta...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

En 1982, la rompió "TRON", una peli que... er... buenoooooo... "rompió" quizás es exagerado. Rompedora desde el punto de vista visual y todo, sí. La peli que inventó la realidad virtual antes de que la realidad virtual se consagrara en la novela "Neuromante" de William Gibson. Pero que por demasiado adelantada a su tiempo, se llevó un batacazo padre. Pero luego, andando el tiempo, un poco de lo de siempre, que la peli es de culto, que se vende bien en DVD, que el mundo ahora está preparado para el frikismo TO THE EXTREME!!!! HELL YEAH!!!! (¿notan los cuatro signos de exclamación alineados al final de cada oración? YOU GOT IT!!!!). De manera que, ni cortos ni perezosos, o más bien un poco cortos y un poco perezosos, que no en balde pasaron 28 años y entremedio se cayó el Berliner Mauer, los estudios Disney se dedicaron a la tarea de desempolvar su antiguo éxito y traerlo al siglo XXI. Después de todo, los Wachowski se habían forrado lo suyo con "Matrix", peli que se robaba más de algún concepto de "TRON". Y cuando se supo que venía la secuela, bueno... deberían ustedes haber visto la mirada de perplejidad de vuestro seguro servidor el General Gato quien esto escribe. ¿¿¿UNA SECUELA DE "TRON"??? Pero... ¿Qué demonios pretenden contar? Porque el elenco original ya no está para esos trotes, que 20 años no son nada pero 28 sí, y en el intertanto lo que era novedoso en TRON (realidad virtual, imaginería que te c****) ya no lo es, etcétera. Que la peli original está más que bien, vamos, pero agua ha pasado bajo el puente. Y después dijeron que la cosa venía en 3-D, lo que traducido al buen romance significa que la cosa va a ser un churrete de efectos, y van a abaratar costos recortando por cosillas insignificantes tales como el guión, conceptos atrevidos, elenco solvente... Bastet mía... Pero como el dinero manda, siguieron adelante. Y se salieron con la suya. O algo así. Porque "Tron: El legado" ha tenido éxito, con 170 millones de costo se había cobrado 245 a un mes de su estreno... lo que se llama y huele a rotundo fracaso en los estándares de Hollywood, que si la cosa recauda menos de 400 ya puede ir la LAPD buscando cadáveres de ejecutivos suicidas por ahí.

¿POR QUÉ VERLA?

-- ¿Cómo te las arreglas para hacer una secuela de una peli sobre un tema "de avanzada", 28 años después cuando la avanzada ya no es tan avanzada? Fácil. Haces más de lo mismo, un poco upgradeado, y te amparas en que el grueso del público no ha visto la "TRON" original para que no se hagan demasiadas expectativas y salgan contentos con poco del cine. Dicho así, podría suponerse que "Tron: El legado" es una peli mediocre-tirando-a-mala. Y vieras que no. Porque consigue la cuadratura del círculo de sostenerse por sí sola sin necesidad de haber visto la "TRON" original, y además de ser una digna secuela que logra pararse al nivel de la anterior (aunque sus méritos haya que buscarlos en otra parte, todo sea dicho). Aunque una advertencia es preciso aquí: esta peli no es tan interesante por su historia como por el riquísimo sustrato detrás de la misma. El guión, de hecho, es un tanto decepcionante, y no pasa de ser la clásica aventura good-vs-evil de toda la vida, con las consabidas y predecibles vueltas de tuerca impredecibles, empujones a la trama dados por algún personaje que sabe más que el resto de los personajes, y el viejo esquema del tirano opresor y el grupito de libertadores listo a luchar por la libertad, que nunca falla a la hora de rodar una peli (por cierto, el famoso TRON que le da nombre a la peli, aparece casi para decir hola, o poco menos, o como dijo más bastamente el tipo que estaba sentado en la butaca delantera a la mía cuando acabó el chollo: "encima que ni aparece y cuando aparece vale callampa"). Pero al menos los guionistas tratan de tomarse el trabajo en serio y no se lo agarran a cachondeo mortal (algo que lastimó seriamente a "Gremlins 2" hasta el punto que impidió otra secuela, por poner un ejemplo... er... posmo'erno). Hay algunas referencias, cuando no plagios directos, a otras pelis (desde soluciones narrativas extensamente robadas de "Matrix recargado" y "Mátrix: Revolutions" en un curioso efecto de retroalimentación considerando lo que Matrix robó de "TRON", escenarios kubrickianos tomados de "2001: Odisea del espacio" y "La naranja mecánica", ideas y conceptos reminiscentes de "La guerra de las galaxias" así como la "TRON" original también lo era por una cuestión de época, incluso un diálogo robado a ¡"Casablanca"!), pero no tratan de pasarse refregándolo por la cara, sino que lo insertan armónicamente dentro de la historia, y en verdad no se nota la gran cosa. La tan cacareada banda sonora de Daft Punk acompaña bien, aunque tampoco es tan superlativa como la han puesto por las alturas (a ratos es una gozada, pero no alcanza el nivel de frikismo atonal hardCasio del soundtrack de Wendy Carlos para la "TRON" original), y las actuaciones están más que bien, robándose la peli Jeff Bridges en un brillante doble rol. Y por supuesto, toda la puesta en escena, un upgrade 2010 de los conceptos narrativos visuales de la "TRON" original, o cómo hacer los escenarios de la "TRON" original inyectándoles hormonas de crecimiento como a los pollos. Hasta ahí, la cosa podría pasar como una peli de aventuras más, un clon de "Matrix" de una década después. Y sin embargo...

-- Acá empieza lo bueno. En primer lugar, "Tron: El legado" puede ser visto como un enorme comentario acerca de cómo el mundo ha evolucionado en los 28 años desde la entrega original. Hagamos memoria. En el año 1982, la informática estaba aún en pañales, y la idea de un universo virtual que pudiera ser percibido directamente por los sentidos en una realidad aumentada por el usuario, en vez de ser simplemente ofrecida a través de la interfaz de un ordenador, era algo que sonaba a abracadabra horus-pocus. Pero desde ese entonces, la virtualidad ha ido ganando terreno progresivamente. Un ejemplo: hace diez años atrás, este blog Cine 9009 hubiera sido una webpage arduamente programada en código HTML, alojada en un servidor de mala muerte (existía Yahoo! Geocities, pero estaba terriblemente saturado), y casi sin retroalimentación con sus usuarios porque los correos electrónicos era mucho si te ofrecían 5 Mb (ojo, no escribí GIGABYTES sino MEGABYTES) de alojamiento. En esas condiciones, la virtualidad era todavía algo extraño, externo al usuario. Ahora en la actualidad, con la apabullante cantidad de blogs, yutubes, redes sociales, etcétera, que existen en Internet, en cierta medida todos somos cyborgs, ya que parte de nuestra vida, incluso parte de las funciones de nuestro sistema nervioso central están online. En este escenario, y salvando ciertos problemillas físicos pasables en una peli de los '80s (el tema de la desmaterialización, por ejemplo, que debido a la dichosa E=mc2 debería generar una explosión nuclear que barriera a media América... incluyendo el hardware-server en que se aloja la información digitalizada), lo que se ve en "Tron: El legado" no es el futuro sino el presente: el usuario ya está inmerso en la virtualidad quiéraslo o no. De hecho, parte importante de la trama gira en torno a una premisa bastante tecnofóbica, pero no por ello menos real: la invasión de lo real por lo virtual. El plan del villano en ese sentido es bastante descabellado, pero eso no quita su carácter metafórico: la amenaza última es que toda nuestra realidad desaparezca y se convierta en algo virtual, en una especie de... (¿será coincidencia con TRON?) Tlön (o mejor dicho, siguiendo el razonamiento borgiano, en el "Orbis Tertius"). En última instancia, "Tron: El legado" se trata acerca de un mundo en el cual tu perfil de Facebook pasa a ser más real que tú mismo (porque más gente te conoce a través de Facebook que face-to-face) y tu cuenta de Twitter tiene más autoridad para hablar por ti que tu propia boca (porque más y más dispersa gente te lee por Twitter que escuchándote en torno a un café). La peli no quiere casarse con la crítica ni con la aceptación frente a esto, y lo constata como un hecho... salvo por el final. (((¡¡¡SPOILER DEL FINAL, LEÑE, SI NO QUIERES SABER CÓMO TERMINA, SÁLTATE AL SIGUIENTE PÁRRAFO!!!))) Porque después de haber visto máquinas chupis, motos que dejan luces como el caracol una estela de baba (pero a hiperspeed), aviones, y un escenario tan molón como el de Matrix, resulta que lo más maravilloso de la vida es contemplar un p*** amanecer. ¡Y en dos-dí! Ya saben a dónde los voy a enviar a tomar por... (((FIN DEL SPOILER, OF COURSE))).

-- Una nota que estaba más que bien en la "TRON" original, y que por suerte mantienen acá, es la perspectiva filosófico-religiosa. Mientras que al final todo ese baturrillo dizquentelectualoide de "Matrix" al final era puro bluff (¡si el condenado Arquitecto de "Matrix recargado" al final no decía nada!), en "TRON" teníamos un discurso filosófico y religioso coherente. Otra cosa es que te guste, claro, pero de que es coherente, lo es. "Tron: El legado" tiene la gracia de que tiene su propio discurso filosófico y religioso, y además de eso, prosigue de manera un tanto venenosa el discurso de la "TRON" original. Repasemos. Resulta que en "TRON", los programas estaban encerrados en un mundo que consideraban real (pero que, muy a lo caverna de Platón, no lo era porque era virtual, las sombras de los electrones, etcétera), pero esperaban a esa mítica figura más allá del país de Aslan que es el usuario. Acá, el usuario se ha manifestado plenamente y los bichos dentro de la máquina saben que su realidad es sólo una realidad, y no demasiado real que digamos. El Creador se ha manifestado dentro del mundo, y empieza a manejarlo a su antojo para hacerlo perfecto. ¿Y qué sucede? Pues que crea un programa llamado Clu (sigla de "Codified Likeness Utility" o "Utilidad de Agrado Codificado", pero que también puede leerse como "clue" o "pista" en inglés), cuyo trabajo es precisamente ése, buscar la perfección. Y pasa lo que cualquiera que haya leído sobre utopías y totalitarismos y HAL-9000 sabe: que Clu se pasa de la raya y en la persecusión maniática del objetivo para el cual fue creado, decide que todo lo imperfecto debe ser aniquilado y destruido. El resultado final es la paralización social y la esterilidad, y peor aún, el afán de conquistarlo todo porque, bueno, si no conquistas TODO entonces no podrás controlarlo para hacerlo perfecto. Lo que aprende el Creador muy a su pesar es que él no es Dios y que la omnipotencia es un negocio difícil, y que a veces debes ser pacífico y tolerante. En toda doctrina creacionista hay un matiz de fascismo inherente a ella porque la idea es que todo ha sido creado para la perfección de sus fines (como se burlaba Voltaire en "Cándido", que la nariz había sido creada para sostener los lentes). De ahí a la quema de cátaros o la destrucción de programas y formas de vida informáticas novedosas hay sólo un paso. La peli resulta así una gigantesca tragedia griega, en que los protas no pueden ganar porque no existe el bien ideal, al revés de muchas pelis de Hollywood en donde al final se restablece el status quo y todos felices porque eso es la perfección. Y peor aún, resulta un comentario bastante pesado sobre la premisa de "TRON", que era una peli absolutamente mesiánica de principio a fin (TRON es el mesías y el usuario es el dios que creó al mesías... ya me entienden el punto), y que al final terminaba con todo establecido como tenía que estar... sólo para que volvamos al punto de partida otra vez. O de como "Tron: El legado" opera como una profunda desmitificación del fenómeno religioso y del misticismo en general. Aunque no se crea tanto porque es una Disney a fin de cuentas: al final sí existe una salvación. Porque en definitiva, Clu resulta ser Satán (el programa más bello de todos que se rebela contra su Creador, además de que no puede crear, sólo modificar lo que ya existe...), pero es a la vez una parte del Creador... y todo puede resolverse con sacrificio, por supuesto, si a fin de cuentas en Disney piensan en cristiano. Y si a eso le sumamos el final de estampita evangélica, tenemos una peli que se la juega por conceptos filosóficos llevados al extremo, pero tampoco tan al extremo que la gente salga atea del cine, supongo que nos entendemos, ¿no?

-- Por una vez en la vida, el subtítulo de la peli ("legado") no es (sólo) una frase molona para venderla, sino que de verdad dice algo sobre un punto importante de la peli. El concepto del legado es muy fuerte acá: no es sólo que el prota deba aprender algunas cosas para madurar, hacerse hombre, acostarse con la chica, etcétera, sino que además debe aprender a evitar los errores de su padre y a reconciliarse con el pasado. Su padre cometió errores, pero está ahí para enmendarlos, y su hijo debe darle la oportunidad de corregirse para rechazar lo malo y aceptar lo bueno que viene con ese legado. De esta manera, la peli evita el esquema simplista y maniqueo de "¡soy rebelde, a quemar el pasado!" o el otro de "al final mi viejo tiene razón en todo y yo estaba equivocado de principio a fin" (el síndrome "Top Gun"). No es la peli que mejor lo ha tratado (no alcanza el nivel de "El Imperio contraataca", por ejemplo, que también va a lo mismo), pero sí que lo hace de manera digna y eso se agradece.

-- Otra cosa que se agradece, tratándose de lo que en principio es un blockbuster comercial, son las implicancias psicológicas de la trama, más densas que lo habitual en un thriller descerebrado al uso. El prota (bueno, el chico, porque mediando la trama el padre se lo come vivo, y es que Jeff Bridges es mucho Jeff Bridges) vive con el trauma de que su padre lo ha abandonado y por eso se cría joven, rebelde, está en contra del software protegido, etcétera. Cuando llega hasta el mundo informático de TRON, descubre que su padre está vivo. Pero antes que eso debe enfrentarse al villano... que en cierta medida también es su padre, o la faceta oscura de su padre: su empecinamiento en buscar la perfección, su frialdad, sus delirios mesiánicos. En buena medida puede afirmarse, y de hecho la peli lo remarca, que el villano y el padre del prota son en realidad dos facetas de la misma persona: uno se ha quedado con los defectos y el egoísmo que lo han llevado a abandonar a su hijo en primer lugar (inconscientemente, sí, pero aún así), y el otro a través del sufrimiento de la separación y el exilio se ha purificado de esas taras y ha evolucionado hasta un nivel superior. Que ambos personajes (Clu por un lado, el padre por el otro) sean en realidad dos caras de la misma moneda, hace mucho más compleja para el prota la labor de ajustar cuentas con ambos: no se trata de librar una guerra contra un enemigo externo, sino contra las raíces de lo que es la propia personalidad del héroe, lo que lo ha convertido en héroe en primer lugar. La batalla del prota por borrar a Clu adquiere entonces también una connotación psicológica: la de cerrar una brecha en su propia historia personal, la de adquirir control sobre su propio destino por encima de las taras subconscientes que arrastra desde la infancia. También para el padre, luchar contra Clu para defender a su hijo implica recuperar el tiempo perdido provocado por la brecha que él mismo creó, y parte importante de la tragedia es que destruir a Clu significa también en buena medida destruirse a sí mismo: o de cómo expiar los pecados hacia el hijo con un sacrificio personal. Nuevamente, no es algo que el cine blockbuster no haya tratado antes, ni deja de ser vertido en una trama a ratos algo banal, pero siempre se agradece que si me van a vestir la misma historia de siempre con ropa nueva-pero-igual, que esas ropas a lo menos estén bien cosidas y hechas de buena tela.

IDEAL PARA: Ver una muy digna secuela de la peli original, con más ideas de lo que en primer minuto podría parecer.

VIDEOS.

-- Trailer de la peli [en inglés, subtítulos en español].

jueves, 6 de enero de 2011

"Extraños en un tren" (1951).


-- "Strangers on a Train". Estados Unidos. Año 1951.
-- Dirección: Alfred Hitchcock.
-- Actuación: Farley Granger, Ruth Roman, Robert Walker, Leo G. Carroll, Patricia Hitchcock, Kasey Rogers, Marion Lorne, Jonathan Hale, Howard St. John, John Brown, Norma Varden, Robert Gist.
-- Guión: Raymond Chandler y Czenzi Ormonde, y Ben Hecht sin acreditar, sobre una adaptación de Whitfield Cook, basados en la novela de Patricia Highsmith.
-- Banda Sonora: Dimitri Tiomkin.

-- "Extraños en un tren" en IMDb.
-- "Extraños en un tren" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Un individuo inmerso en ese sórdido y perversillo submundo que es el tenis profesional, viaja a su aldea natal para divorciarse de su esposa, una flaitonga que consiguió encaramarlo al altar cuando él era un donnadie, pero que ahora que es famoso, y que puede aspirar a algo mejor (concretamente a la hija de un político, y comparándola a ambas, quién podría culparlo), está listo para decir bye-bye-beautiful (lo de "beautiful" es sarcasmo en este caso). En eso, un tipo lo reconoce y le dice que, oiga usté, ¿no es fulanito de tal, el que se dedica al fino arte de golpear pelotas con la raqueta? Y el tipejo se acerca al tenista, con su mejor cara de "enséñame a usar esa raqueta, lindo"... El tenista, que podrá ser tenista pero igual como que se cohibe un poco, decide replegarse su poco en dirección hacia el armario, pero el otro, jugueteando distraídamente con su bastón, sigue que te sigue. La conversación termina versando sobre el divorcio, porque verán, el otro tipo se lee toíta la prensa sobre tenistas (si es medio rarito, no podía gustarle el viril deporte del rugby, claro está), y le saca eso de que adios esposa y todo. Y entonces le propone una extraña teoría. El no soporta y debe deshacerse como sea de su madre. Pero claro, él tiene un móvil. Y el tenista también tiene un móvil para matar a su señora, en particular si no hay divorcio, ¿no? Pues entonces, la solución es nada más sencilla. El hijo regalón mata a la señora del tenista, y a su vez el marido del año mata a mami. Crímenes cruzados, no hay motivos, policía desconcertada, ambos libres. Chan-chán. El tenista lo escucha, pero no le termina de entrar bien eso de cruzarse con el otro tipo... cruzarse los crímenes, no sean malpensados... y le dice una frase de cortesía e irónica que cualquiera hubiera entendido que es cachondeo. Pero como el otro no es de tomarse las cosas a broma, decide que va en serio. Y emprende la marcha, como un Terminator de toda la vida, acechando a la esposa, que entre tanto, la muy putifarra, resulta que además de no concederle el divorcio al tenista para arruinarlo y si no es mío no será de nadie, la muy putifarra, decía, se manda a cambiar con dos amiguis a una feria de diversiones, para hacer en lo oscurito esa clase de cosas que ya-saben, hacen las niñas grandes. Y ahí empieza a perseguirla el tipo. De juego en juego. Ella se da cuenta, pero como el otro sonríe y la otra es putifarra, pues bien, tendrá a dos chicos, pero tiene que sonreirle al otro hombre. De esta manera, el trío se adentra cada vez más en el parque, siempre con el lunático del bastón detrás... ¿conseguirá zafarse? ¿Se cumplirá la teoría de los crímenes cruzados? ¿O por el contrario, a nuestro bien compuestito tenista acabarán sodomizándole... la vida, eso quiero decir, no se piense mal...?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Patricia Highsmith ocupa un lugar de privilegio en la literatura policial del siglo XX. No por sus intrincados crucigramas policiales como Agatha Christie. Tampoco por su brutalidad como Dashiell Hammett. Ni por su cinismo como Raymond Chandler (autor que, por cierto, escribió un preguión de la peli, aunque consideraba la novela de la Highsmith una tontera). La verdadera razón por la que Patricia Highmith ocupa un lugar de culto en la novela policíaca moderna, es porque la señora era una perra enfermiza de lo peor. Sus relatos son lisa y llanamente nauseabundos, no por mal escritos (de hecho ella es una escritora magnífica), sino por la manera en que se las arregla para tomar situaciones que consideraríamos más o menos normales y cotidianas y retorcerlas hasta hacerlas enfermizas e insanas. Aunque la Highsmith es mejor cuentista que novelista (y es que en el cuento destila lo mórbido hasta extremos espantosos), se dio maña para ser conocida por "El talentoso Señor Ripley". "Extraños en un tren" es anterior. De hecho, fue su primera novela, y fue publicada en 1950. La novela era lo suficientemente insana y mórbida como para llamar la atención de otro tipo mórbido e insano, como lo era Alfred Hitchcock, que en las tinieblas de los representantes consiguió hacerse a precio vil de los derechos. En aquellos tempranos '50s, en que los rudos y combativos '40s iban quedando atrás, y se asentaba lo que después será esa cosa tan eisenhoweriana de los suburbios con gente correctita como vecinos y pie de manzana en las ventanas, Alfred Hitchcock y sus veintialgos años de carrera fílmica se habían anotado ya un punto en las ligas mayores con "La soga", y estaba iniciando su edad de oro. "Extraños en un tren" es la primera peli de una década prodigiosa en que el Fantasma del Cinematógrafo nos regaló "La llamada fatal", "La ventana indiscreta", "Para atrapar a un ladrón", su autoremake de "El hombre que sabía demasiado", "Vértigo", "Intriga internacional" y "Psicosis". Y sin despeinarse, el desgraciado.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Por una vez en la vida, la peli es bastante superior a la novela. Como en dos tercios de proyección, sigue con total fidelidad el argumento. Pero luego tomó una muy sabia decisión: echó por la borda el final de Patricia Highsmith. ¡Horror!, los oigo gritar, ¡herejía!, ¡un cineasta que se atreve a profanar con sus sarmentosas manos las sagradas páginas del material que vampiriza! Bueno, déjense de leseras, si quieren adaptaciones religiosamente fidedignas váyanse a ver "Harry Potter y la piedra filosofal" o "El Código da Vinci", pero si quieren ver cómo una adaptación puede superar al material literario de base, sigan en nuestra sintonía. Mientras que es claro que Patricia Highsmith no tenía idea de cómo desanudar todo lo anudado a lo largo de la trama, y cortó por la solución más imbécil de todas las posibles, Alfred Hitchcock y su equipo de guionistas se inventaron con un par, todo un final de acción que debe contarse entre lo más frenético que el gordo ése rodó jamás (lo de "gordo" no lo dije yo, fue Raymond Chandler quien una vez lo llamó el "big fat bastard", para que se vean...). Tampoco Hitchcock se arredró antes las evidentes connotaciones homoeróticas de la novela original (hasta donde se sabe, y es muy creíble leyéndole su material, a la señora Highsmith le era indistinto comer plátanos o papayas de postre), y las volcó en pleno dentro de su peli (esa escena en que el fanático saca una pistola y apunta a la espalda del tenista...). Y se reforcila en esas connotaciones, para añadirle dolor a la injuria. Sí, señores, "Extraños en un tren" no será la mejor peli que Hitchcock haya rodado jamás, pero tiene buenos galones para estar en el Top Five de las más sórdidas que el inglesito se le ocurrió rodar jamás.

-- La trama de la peli (descontado que ya viene en la novela, claro) es lo más original que hay. Muchas historias policiales, en eso de escamotearle cosas al espectador para incrementar el suspenso, deben enroscarse como culebras, a veces hasta lo inverosímil, con vuelta de tuerca aquí y vuelta de tuerca acá. "Extraños en un tren", en cambio, tiene una premisa de lo más sencilla, y eso refuerza el efecto de la misma: el suspenso no viene de que algo en alguna parte va a girar en una dirección distinta y vas a quedar ¡¡¡WHOAAAAAA...!!!, sino de que todo el argumento parece moverse inexorablemente en una dirección, y la tensión arranca de la impotencia (er, no sexual, aclaremos a estas alturas) del prota para evitarlo. Da tanto nervio la cosa, que no en balde fue objeto de un remake bastardo en manos de nada menos que Danny De Vito ("Bota a mamá del tren", en donde te sacan risas justamente a cuenta del suspenso, y es que si vas a copiar, copia al mejor y quedas como rey).

-- En cuanto a la realización... Está bastante bien. Las actuaciones no son superlativas, pero cumplen perfectamente con su cometido. El que se roba la peli, claro está, es Robert Walker como el fanático medio desquiciado, mientras que Farley Granger (ya de partida el nombre es medio rarito, a mí me suena como a Faye Valentine...) está un poco blanducho en su rol (por otra parte, uno de los dos tenía que ser el debiluchito para que la liaison se viera creíble, claro...). Dentro de sus cinco milímetros cuadrados también brilla Kasey Rogers, porque... ¡qué perra miserable y maldita la infeliz!

IDEAL PARA: Ver el comienzo de la edad de oro de Alfred Hitchcock.

VIDEOS.

-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].

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